Una cualidad especial de varios países latinos, los que tuvieron puertos internacionales y por ende gran tasa de inmigrantes, es la de tener aquellos que José Ignacio Cabrujas supo llamar “ciudadanos universales”. Una mixtura cultural que nos une con otros continentes mucho antes de la llegada de la globalización y también nos conecta con los habitantes originales de estas tierras. Venezuela es un ejemplo de esto, un país cuya historia en las últimas décadas han intentado una y otra vez arruinar al pueblo, y de las grietas generadas surgió movimiento de Hip Hop único, con un espíritu colaborativo que no discrimina ni barrio, ni subgénero, ni rol, y que busca esquivar la precarización encontrando alternativas independientes, como bien ha declarado Lou Fresco. El rap partió de una primera generación de rap muy potente, con grupos como La Corte, Vagos y Maleantes y Guerrilla Seca, y otra segunda siguió construyendo de la mano de 4to Poder y Bas.Y.Co. Sentando bases para desarrollar lo que fue la explosión de su rap a nivel continental con Vida y Muerte de Canserbero, Claro de Lil Supa y Como Siempre de Akapellah, que lograrían poner a Venezuela en la cima del rap latino.
Lo que se vivió a principios de esta década fue la coincidencia de condiciones de vida muy difíciles que generan ganas de comerse el mundo, mucho talento y la mínima infraestructura necesaria para grabar y difundir el material. La crisis que se vivía en aquellos años ahora se detonó por completo, y no sólo se terminaron los recursos necesarios para preparar un proyecto artístico, sino los indispensables para tener una vida pacífica. Las estadísticas de emigración no son exactas, pero ilustran las intenciones de escapar que tiene gran parte del pueblo, y esto también va para los hiphoppers. La mayoría de los exponentes se ha instalado en otros países, como Chile, Argentina y, principalmente, México. El Dojo, supergrupo que también parte de la necesidad colaborativa que generó la crisis, es el mayor ejemplo de esto. Su disco debut se grabó completo en Guadalajara y su salida se sigue retrasando porque los once miembros del colectivo están distribuidos por cinco países distintos. Serio (Lil Supa, 2017), disco que también tardó mucho en lanzarse, marcó un antes y después en producción y calidad, tanto en Venezuela como en el resto de Latinoamérica, y es el primero de una camada de grandes obras cuya salida se retrasa por las dificultades de proyectar en grande. Worlwide del YoYo! Dojo, Una Película de por Willie DeVille, Manifiesto Del Fui de Chuchú Bermudas, El Cuervo de Gegga son, entre otros, discos muy prometedores que sufren estas condiciones.
Escriben Agustín Wicki, Fernando “Chili” Richieri (Elquintoelemento.uy) y Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Fotografías por Diego Hómez (@diegohomez), Lautaro Velázquez (@l4utar0o) y Alejandra Rodríguez (@alejandrardrz).
Los nombres de Willie DeVille y Chuchú Bermudas empezaron a aparecer hace poco, pero sus carrera comenzaban varios años atrás como parte de 12”Ninjazz y Lisérgicos Inc respectivamente, proyectos que no tuvieron la fuerza internacional que tomaron ahora como solistas. Willie, además, ya lleva muchísimos años aportando al Hip Hop latino desde el audiovisual, con una labor tan grande como la musical. Ambos representan la región oriental de su país y los hábitos psicoactivos como el alcohol, la marihuana y el LSD. Actualmente Chuchú está por ser padre y esa experiencia, sumada a golpes bajos con las drogas y algo más, lo llevaron a una madurez mucho mayor que la que tenía cuando empezó en la música. Esto se está empezando a notar con los adelantos de su LP debut, mejor pensados y más elaborados que trabajos pasados, como prueba de esto está disponible su verso en DAMN, que terminó de escribir el mes pasado.
Por otro lado, Willie confiesa ser “el mismo imbécil”, pero su música ha añejado de manera acelerada. A cada paso va tornándose más experimental y va jugando con todo tipo de ritmos, los clásicos en “Caciques 2” o “Balada romántica”, el trap en “Sticky mob” y “Alonzo Harris” y, por lo que adelantó en entrevistas, algo de lo-fi. Su nivel no necesita de extras, pero su espíritu colaborativo lo llevó a preparar canciones junto a referentes como Akapellah, Elio Toffana, Dano, N-Wise Allah o Nfx para su disco debut, un EP junto a Lil Supa, el disco del Dojo, un ciclo de beats llamado La Nueva Onda Latina y otro de vídeo clips llamado Los Serios del Caribe. Y es, principalmente, sus facetas creativas como realizador audiovisual y constructor de ideas, algunas de las claves de porqué un proyecto como el netlabel YoYo! Dojo, que dicho sea de paso fue fundado por él mismo, se ha convertido en la referencia obligatoria en el género latino, relegándose hasta ahora de estar en la primera línea para que sus habilidades y genialidades sean el complemento necesario para impulsar los proyectos de sus hermanos, haciendo posible definiciones como la que El Quinto Elemento le dio a Serio de Supa en su momento: “el perfecto binomio entre música e imagen”. Y para que esto sea así, me atrevería a añadir algo importante, y es que si bien la historia, situación y contexto en Venezuela ha privado a su gente de muchos tantos derechos, hay uno que no ha sido negado, y es una estructura de sistema educativo obligatorio, gratuito y de calidad, el cual sí te da las herramientas básicas para salir a defenderte por ti mismo en cualquier lugar del mundo, para que de lo demás tu mente se encargue.
Una gira de…
Como parte de su gira Cinema DeVille, el tío borracho, recorrió México, Perú, Chile, Uruguay y Argentina, estos últimos tres acompañado de Chuchú. Para la noche en Buenos Aires se sumó a la cartelera a Reis Bélico, quien, a pesar de haber sido anunciado dos meses después que el show inicial, terminó siendo el headliner, mientras los otros dos telonearon. Esta decisión probablemente se tomó por problemas para vender entradas, algo que cada vez cuesta más con la frágil situación económica argentina. Estos cambios nos dejaron con ganas de más rap, porque si bien fue una presentación sólida, la duración fue algo decepcionante. Bermudas abrió con su estilo lento y de rimas asonantes, en las bandejas acompañó el DJ y manager G-Boombox. Llegando a los veinticinco minutos de show se sumó Willie e interpretaron “Honor al mérito” y “Teorías de macho alfa”. Chuchú se quedó en el escenario como corista y su compañero tomó protagonismo. Con una remera de Mac Miller y un ron cubano a mano hizo una tracklist conformada por varias canciones de estos últimos años, posterior a su etapa junto a 12”Ninjazz, todos singles que nos recuerdan los numerosos proyectos en los que está trabajando, entre ellos Cartujo All-Stars, Drama DeVille, Una Película de y el EP que están preparando junto al invitado sorpresa de esa noche: Lou Fresco (a.k.a. Lil Supa, a.k.a. El Sensei del Dojo). Después de un par de temas con Supa, rapeó sobre un beat de DJ Premier en “Frankie Vallium”, y, por último, el único track viejo que hizo, “Caracas”, con especial dedicatoria a todos aquellos autoexiliados que extrañan su país de origen.
La visita de Willlie DeVille & Chuchú Bermudas (a.k.a los Ron Lovers) a Montevideo, no tuvo el aforo multitudinario mexicano, ni featurings sorpresas como Lou Fresco en Baires. Lo que sí tuvo fue la continuidad, el nuevo grano de arena, aportado a esta relación que se ha generado en varios países entre los migrantes venezolanos y sus proyectos de vida fuera de fronteras. En las ya varias visitas anteriores de nombres como Apache y Akapellah, la comunidad venezolana en Montevideo siempre estuvo tras la organización. Abriéndose puertas y ayudas en conjunto, con el objetivo claro de conectar a sus compatriotas con su cultura. Unas veces se ha logrado de mejor forma que otras. De lo que si podemos dar testimonio con este concierto, es que ese camino continúa vigente y los hermanos más lisérgicos y borrachos del Dojo lo hicieron posible una vez más en Uruguay. Allí quedaron los corazones llenos de los “panas” en primera fila que pudieron cantar, bailar y tomar de la misma botella un ron con el Tío & Chuchú y sentir dentro suyo que estaban compartiendo una vez más todos juntos, los Neones del Caracas.
Para la presentación de Santiago, también se le dio al público algo diferente a lo que se ofreció. El cartel indicaba que sería una presentación de Willie DeVille & Chuchú Bermudas, y terminó siendo una suerte de jam a la que se sumó la participación de otros miembros del Dojo, como Lil Supa y Gegga. Supa llevaba varias semanas por estos lados, alternándose entre Chile y Argentina, mientras que “El Cuervo” aterrizó de sorpresa en Chile luego de dar un concierto en Lima con DeVille y Rial Guawankó pocos días antes. A diferencia de la experiencia en Buenos Aires, el cambio de planes no contrarió los ánimos, al contrario, significó un inesperado y mágico encuentro entre diestros exponentes intercambiando técnicas sobre un mismo escenario, coronando así una merecida reunión de viejos amigos interactuando íntimamente con el público que le da sentido a su importancia como colectivo hoy en día: las comunidades venezolanas en cada ciudad del mundo. Y digo que interactuaron de forma íntima, porque, a diferencia de lo que se acostumbra en este tipo de instancias, bajo este contexto y en un lugar como Club Subterráneo, esta vez estaba extrañamente poco poblado. No podría culpar a la fecha, porque aún estaba fresco el último fin de mes, pero sí podría argumentar en que no fue la mejor promoción la que tuvo esta jornada. Y puede entenderse. La misma productora a cargo, Rebel M&B, estaba detrás de un concierto realizado la noche anterior en Quilpue, a un par de horas de Santiago hacia la costa, donde se presentó un increíble combo de la Rapública Independiente y Autónoma de Latinoamérica: Willie DeVille y Lou Fresco de Venezuela, Urbanse de Argentina y Jonas Sanche de Chile, y los últimos meses la energía fue concentrada en el concierto de lanzamiento del álbum 27 de Jonas Sanche celebrado pocos días antes en Blondie. El improvisado cypher sobre el escenario de Gegga, Supa, DeVille y Bermudas era un privilegio de espectáculo que, si se tratara de un viral de YouTube, sumaría millones de reproducciones alrededor del mundo, pero resultó ser un lujo reservado para los poco más de cien asistentes que estuvimos ahí. No deja de dar lástima el que no haya sido un lleno total, como lo fue en febrero pasado cuando ahí mismo se presentó Akapellah, Jack Russell y Chuchú Bermudas, y que literalmente no se podía ni caminar entre esa energía y pasión que genera sólo una fanaticada como la venezolana, pues la reunión de algunos de los pesos pesados del Dojo que hoy se reparten en diferentes tierras era precisamente un homenaje a esa historia y una validación de la idea que la presión del éxodo de un país sólo es justificable si haces del mundo tu nuevo lugar de residencia. Y, bueno, tal vez la tarea del tío Willie sea ahora entender que si su intervención en la escena artística de sus convives ayudó mucho en que puedan llenar salas como locales en cualquier sitio del mundo, ya es hora de que su nombre despierte esa misma lealtad en lo que sería una prometedora carrera musical si se está dispuesto a asumirla como tal. Creo que haber estado en cinco países, si sumamos México y Perú, en menos de dos semanas, es una buena forma de aceptar en qué se está.