Sobre vivencias y sobrevivencia, Jonas Sanche presenta “27”

Sobre vivencias y sobrevivencia, Jonas Sanche presenta “27”

“Todo por mi familia, ése sigue siendo el lema”

Era mayo del 2015. Salía de la pega y rumbo a casa recibo una llamada de socorro de mi amigo David Castillo. Nada terrible, simplemente necesitaba conversar. Me devolví y nos encontramos en los alrededores de Plaza Ñuñoa. En aquel otoño, Jonas Sanche encarnaba la responsabilidad que significaba y merece pertenecer a un proyecto colectivo como La Habitación Del Pánico, que por lo demás acababan de estrenar su primera entrega. Ése es un trabajo que hasta el día de hoy no le encuentro sucesor dentro del catálogo nacional y cuyo estado mental condensa muchas de las ideas que me gustaría dejar entrever en esta introducción. Profesionalmente, eran tiempos prometedores para el emcee antofagastino. La Habitación Del Pánico marcaba presencia en todos los charts de la movida underground metropolitana, asentando con esa experiencia un nuevo piso para la profesionalización de la escena, mientras que, en lo propio, se vislumbraban algunas buenas opciones de viajes y festivales para llevar a un plano más allá su carrera tras comerse el under desde que debutó con Verdades, La voz de la avenida en el 2012, sin embargo, más en lo personal, Castillo atravesaba días bastante complejos. Toda esta proyección y voladero de luces de los promotores que se le insinuaban –algunos hoy rimados como usureros— no eran garantías suficientes para su propia versión de “The Pursuit of Happyness”, mientras paraba donde distintos amigos, allegándose de casa en casa hasta dar con un sitio donde poder vivir con su hijo Agustín. El rap prometía, y fue la elección que dejó en claro en su primer álbum, cuyo espíritu y convicción queda inmortalizado de la mejor forma en aquellas palabras de aliento de su abuela Yolanda como antesala al track “Sal del camino”, desbloqueándose satisfactoriamente ese objetivo de convertir sus habilidades y talento para el rap en algo más que un hobbie. El reconocimiento que a algunos se les va la vida intentando conquistar, Jonas lo consiguió de entrada, pero de reconocimiento no se vive y fuera del mundo de las sobadas de lomo que es el rap se vuelve más cuesta arriba la lucha por la supervivencia si para lo único que se es experto es para escribir y soltar barras con calidad. Podría haber sido como varios y quedarse acomodado en aquel prestigio que le significó su primer disco, pero, como bien dice en “Intelecto violento”: “Llegó la hora de triplicar y no de pasar hambre”. Esa determinación lo ponía entonces en esa difícil transición hacia la profesionalización y la presión de salir airoso, sin opción al fracaso, pues del rap dependería más que la comida en el plato y el techo para el hijo, también la mensualidad del colegio e incluso la posibilidad de costear un furgón escolar, así como los pequeños gustos personales que justifiquen que valga la pena el esfuerzo.

Esa tarde, David necesitaba salir por un rato del personaje de Jonas Sanche, cosa que para quienes le conocemos sabemos que es difícil en él. Buscaba sentirse vulnerable por aceptar, entre otras cosas, que podía dejar de ser esa máquina obsesionada por el rap, para cuestionarse si estaba bien también darle espacio al enamoramiento, como lo hizo desde entonces por un par de años. Encarar, además, su fatiga producto de la frustración y miedos que no podía confidenciarle a su hijo, siendo ese permanente Roberto Benigni en “La Vita e Bella”, disfrazándole la realidad, pero siempre con honor. Y esa aprensión se repartía de igual forma si el resultado fuera el éxito o la ruina, aunque apostaba a ganador. Se sabía que, saliendo de ese trance, definitivamente su vida nunca sería la de antes. Filosofamos largas horas en conversaciones planetarias cuyos registros en audio me los encontré no hace muchas semanas entre viejas carpetas del disco duro y me hicieron revivir aquel estado en la vida de ambos, descubriendo que muchas de esas confesiones y decretos nos han llevado a las vidas que tenemos ahora. Yo, por ejemplo, le hablaba de una niña del trabajo que me atraía, y que, si no fuera tan tímido, quisiera llevar mis entrevistas a un plano radial. Con ella hoy tengo una familia, mi programa va por su cuarta temporada, y a esa inseguridad a la que le llamaba timidez, ahora me tiene revelándoles este tipo de anécdotas innecesarias; pero que no las contaría si no reconociera que del mismo ímpetu de David aprendí mucho para que así sea, de la misma forma en que ha sido inspiración en esto de afrontar una paternidad apostando por el camino menos fácil, pese a todo. Viéndolo así, ese 2015 éramos dos niños creyendo tener conversaciones de adultos, y quizás de eso va nuestra amistad, de habitar cada cierta cantidad de años ese lugar inconstante, pero a la vez sincero y real.

En ese entonces Jonas precisaba con urgencia un lugar para vivir y así comenzar su vida como ser autovalente, afirmado en sus herramientas, armas y cojones. Era la etapa inicial para el resto del plan. Como me dijo, lo primero era tener un lugar donde crear, y lo encontró poco tiempo después en aquel piso 13 que lo acoge hasta ahora. En este desesperante e incierto proceso descrito, que se acompaña de muchas más adversidades, experiencias y determinaciones, David Castillo tenía 27 años, y 27 es el título que Jonas Sanche escogió para conceptualizar el álbum que significa la apuesta más grande de su vida hasta ahora y que será estrenado al mundo este 27 de febrero. Mi forma de celebrarlo, es remontarme al hambre original y comprobar que hoy finalmente todo está bien, como se pensó, se dijo y se hizo.

Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Fotografía de portada por @akaleono. Fotografías texto por @gepatinho.

“Yrev very good to see you again, old friend”:

A principio de este mes de febrero recibí un audio al WhatsApp confirmando que el master de 27 estaba finalizado, rematando con una invitación a ir a escucharlo junto al autor. Un nuevo “¡Al fin!” de Jonas Sanche, a siete años de publicar su obra prima. No fui un testigo cercano de cómo fue armándose lo que resultó ser la definición de este álbum entre los años 2017 y 2018. Me quedé con los conceptos y las formas de lo que sería hasta el 2016, aproximadamente, cuando Jonas naufragaba en la búsqueda del cómo asumiría su esperado segundo álbum sin ser la sombra de un debut del calibre de V.L.V.D.L.A; algo así como el proceso que debió significar lo que fue el Decisión para el Ser Hümano!! de Tiro De Gracia, o como lo fue It Was Written para el Illmatic de Nas. Tú me entiendes. Si bien en estos siete años Sanche no ha estado en silencio y se ha mantenido en la ocupación y ejercicio que ha implicado participar en proyectos musicales y discográficos como Cream Gang con Ceaese, el primer álbum de La Habitación Del Pánico o su mixtape Jonasty Tapes, el desafío del nuevo disco requería de toda su capacidad mental y espiritual. Desde dar con el sonido y color de las instrumentales para encontrar aquella inspiración que le haga mover el lápiz, así como el estado mental para abordar su labia. Evidentemente fue un proceso de mucho crecimiento, porque logró convertir la temática desde lo gris hacia una colorida paleta para estructurar su catarsis.

El camino, como mencioné, estuve lleno de nuevas experiencias y adversidades. Viajes y conexiones por países como Venezuela, Argentina, Estados Unidos, México y Colombia le brindaban amistades, enseñanzas y perspectivas para nutrir su tarea. La abuela Yola, principal consejera y pilar de su vida, decía por fin adiós a este mundo, y este quiebre no pasaría desapercibido en el proceso. Otro aliño que siempre funciona bien al momento de sacar lo que hay dentro son las dinámicas de amor/desamor que se dan en las relaciones sexo-afectivas, así también la constante batalla que debe lidiar cualquier rapero o rapera en un circuito de juicios, tratos, oportunismo y juegos de ego: vivir el forcejeo entre cobrar y mantenerlo under.

27 fue alimentándose y haciéndose desde todo esto, pero principalmente practicándose en el ejercicio permanente que es una trayectoria activa como la de Jonas Sanche. Varias de sus barras llevan el último par de años luciéndose en distintos escenarios. Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que oí “Párrafos largos” en directo. Fue para el concierto de Juaninacka en Club Subterráneo en el 2017. Como es costumbre ahí, Jonas abría la noche, y en medio de su presentación, que inició con canciones ya conocidas, comienza a desmantelar esas barras. Los que estábamos en el público no podíamos mantenernos indiferentes por lo que estábamos escuchando, y el silencio se iba apoderando de la sala con más intensidad conforme éste arrojaba sus punchlines. Finalizó enérgico. Acto seguido, una ovación cubrió el lugar. No tengo recuerdos de una conquista así al público, pero ni sus más fieles detractores pudieron hacerse como los que no presenciaron ese momento.

Otros adelantos, como “Intelecto violento”, “Piso 13”, “Díselo” o “MGRSQ”, también fueron quedando en la memoria de quienes los presenciaban, sea a través de directos o en algunas de sus entrevistas promocionales. Estas primeras muestras nos confirmaban a un Jonas Sanche mucho más seguro y empoderado con su presente, lejos de lamentos, más contemplativo, pero sin perder su estado de alerta: “Soy el lado B de lo que vos creís que soy ahora”. Fue finalmente el tratamiento que le dio a su ansiado 27, concretándose a sus 31 años, con algo más de sabiduría para encauzar el hambre adolescente que hasta hoy mantiene. Sanche se encargó de firmar con honestidad y técnica el álbum que será su pasaporte para recorrer el mundo y probablemente cumplir la promesa de todo rapero de origen humilde: hacer que mamá no vuelva a trabajar. 27 es una obra que homenajea los procesos personales, desde la reflexión del silencio en su propio hogar y con la perspectiva que le brinda la altura del piso 13. El hilo común es el relato en primera persona, desde donde David desmenuza sus historias, cicatriza sus heridas, se empapa de lo espontáneo de sus orígenes y valora la riqueza de las amistades que le han acompañado hasta hoy. Una trama equilibrada de contrastes, que puede darle interesantes giros al desamor y al track siguiente disparar algunas de las denuncias sociales más jugadas y comprometidas en el género, pero un disco que no asume ninguna etiqueta más que la de contenido inflamable.

“… Jonas te apuesta y te entra de ganador”:

Nuestra reunión para escuchar los resultados pasó hace pocos días. Jonas me invitó hasta Modos Estudio, casa de grabación de la mayoría de la obra. Primero que todo, me mostró el adelanto del increíble tercer vídeo promocional de 27 que se estrenará cuplida la primera semana de circulación del álbum. Se trata de “That’s It / Cinematik” con Lil Supa, una joya audiovisual producida por Tomás Almazora que hace justicia a la calidad que ha demostrado en los ya estrenados clips de “MGRSQ” y el reciente “Intelecto violento” rodado en su viaje a Nueva York el 2016. Tomamos once con la buena gente del lugar y luego pasamos los dos al estudio mismo. Antes, me preparé una segunda taza de té. Nos acomodamos en el mítico sofá y Jonas puso play.

La intro, sobre el ritmo de G.Curin,  soltaba frases desinhibidas como “soy libre, no me importa lo que piensen” y “quiero que bailen, que vacilen cuando esto suene”. Una bienvenida contundente que exiliaba la tristeza de su música y llamaba a la alegría cuando ésta suene. 27 se mantenía impredecible en el primero de los diecisiete cortes que lo componen. Siguió el reflexivo “Piso 13”. Recién acabando este segundo corte, di el primer sorbo a esa taza que me esperaba. Jonas lograba en su entrada captar la atención sin tiempo para descansos. Rima tras rima bien ejecutada, haciendo de su historia y memorias un filme sin desperdicio. No apunté nombres de canciones ni detalles técnicos, porque simplemente fui a escuchar el trabajo de un amigo que consideró compartirme el cierre de esta etapa decisiva en su vida, y así repasé en silencio cada track, sin interrupciones, sin comentarios, sin preguntas, sin buscarle ningún fallo. Códigos de silencio que respondían con movimientos de cabeza y gesticulaciones cuando el ritmo y la rima lo ameritaba. Desfilaban nombres como los de Dj Dacel, Dj Antioch, Macarena Campos, Pera Prezz, Franz Mesko, Pedro Foncea, Ana Tijoux, Lil Supa, Tianobless, Movimiento Original, Macrodee, Urbanse, Lord Sucio, T&K, Doble Porción o Zof Ziro; una selección criteriosa, diversa, pero, sobre todo, real del undeground latino, que incorpora partes de la familia que ha ido haciéndose Jonas en sus primeras salidas por el mundo. Así también el apartado de productores involucrados, entre ellos Drama Theme, Granuja, Danny Teks, Talobeez, Maldito Macros, Utópiko & Dieguelz, Loostbeats, Brous One o Frainstrumentos, por mencionar algunos.

Cada canción cobra identidad y textura propia, los textos no redundan en sus contenidos y las ráfagas de rimas hacen gala de su calidad: “Tengo barras que justificarían el lujo”. No hay espacio para el relleno y, desde la autoreferencia, David consigue hacer un disco descarado, pero verídico en su totalidad, con la mentalidad de quien se mueve en las grandes ligas y no desde la fantasía, defendiendo y respaldando su sitio sin hablarle al enemigo imaginario. Sabe cuál es su lugar y sabe más cuál es su objetivo. Para allá es donde apunta 27, un álbum de rap que no habla de rap, pero sí de la vida de un rapero que está jugando el juego, y se ha hecho hombre y profesional en su trayecto, pero sin olvidarse de las personas, lugares y momentos que lo acompañaron desde el inicio. La musicalidad no obedece ningún patrón común y eso era de esperarse, pero sí habla un mismo lenguaje. Desde “Joner” hasta “Juegos de ambición”, desde “Cinematik” hasta “Believe me”, todas las piezas encajan en su puzzle, así también la calidad de los músicos y profesionales involucrados en esta travesía que parecía imparible, cuya última palabra fue dada por Pablo Flores (Jestein Ritmos) en la mezcla, el maestro Gonzalo González (Chalo G) en la masterización, y presentada por Álvaro Padilla (Leono) en la dirección de arte.

Sesenta minutos de una placa que se hace cada vez más densa conforme avanza, y no precisamente por la carga emocional de su contenido, que ya es bastante, sino por la calidad de cada rima que la compone, llegando al último track con la necesidad de procesarlo antes de embarcarse en una segunda reproducción, que en mi caso la haré mañana cuando se lance oficialmente. La reproducción acaba y deja esa sensación de satisfacción, como después de un exquisito y exagerado banquete. Sorbeteo el concho de mi ya fría taza de té, mientras Jonas me mira silente acabándose el vaso de vino que se entibiaba en su mano, así como esperando que le diga algo respecto a su obra: “Necesito mear”, atiné a responder.

27 cumple toda advertencia sobre sí mismo y entabla un nuevo presente para la vida y obra del autor, con toda la capacidad y mérito para sumarse al legado y función que han tenido los últimos años trabajos como Serio de Lil Supa o Qué Bolá, Asere de Rxnde Akozta, pues, guste o no, Sanche ya habita esa senda entre los arquitectos del actual rap latinoamericano y desde Chile se incorpora con un buen testimonio para seguir avanzando en dicho circuito.

Jonas inscribe un precedente importante en las formas de trabajar el rap en modo profesional, reivindicando un formato que ya nadie se atreve a asumir y defender, como lo es el largaduración, pero con satisfacción y seguridad del puerto al que llegó su odisea. Sabe que la crítica, por lo que sea, siempre estará, pero tiene claro que no podrán hablar mal de ninguna de sus barras, y es lo que tiene para salir a comerse el mundo esta vez, con convicción, y alguna que otra cana que reflejan madurez en esta última etapa de su vida. Y espero que su ruta así se mantenga. Al menos está pisando el terreno que quiso, al menos logró demostrarse que la proyección de un rapero underground en Chile no tenía ese tope tan simplista si es que las expectativas son más exigentes, y al menos le transmitió durante los últimos años aquel estado mental a su hijo que con ocho años ya tiene asimilada esa determinación para la conquista de los propósitos. Fuera del existimo con el que se pueda medir, me parece que la experiencia en sí ya está cargada de éxitos personales, y la banda sonora de este filme es otro éxito garantizado. Sólo se trata de vivir, ésa es la historia. Bienvenido, 27, te estábamos esperando.

27 de Jonas Sanche está disponible en Spotify y las principales plataformas digitales. También lo puedes descargar gratis desde Producto Ilícito, pero recuerda que darle reproducciones en las plataformas a los artistas, permite que puedan mantenerse creando de forma independiente.

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4 comments

  1. Jalil Abd El Kader says:

    Se las mandó. La clase entregada en cada rima con una paleta de ritmos, instrumentos y colaboraciones que demuestran un hambre de verdad. Ojalá le siga yendo bien a Jonas. Felicitaciones por su obra y a ti por el texto.

    Un saludo!

  2. Potoraah says:

    Soy amigo de David de la infancia, cunado estaba en KTF y traia sus rimas as Antofagasta en verano para grabar, el trabajo que hoy presenta es digno de ser escuchado, arriba el rap chileno arriba JONITA.

    escuchen este discazo que se saco este tremendo artista chileno, lo recomiendo no como amigo del autor si no que como musico.

    Saludos.

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