¿Cuál fue el momento exacto? ¿En qué parte del camino el rap independiente, ése de tocatas intercomunales a cambio de pasajes para la micro y eventos nocturnos cuya ganancia máxima era el canje de un par de covers, pasó de
ser ese ideal adolescente de encuentro y convivencia, a ser el ideal veinteañero y treintón de extender la libertad imberbe a tiempo completo, y de paso, ser una alternativa dignificante de ganarse la vida? No nos dimos cuenta del minuto en que el rap recobró su participación como género activo en la escena musical del país, ésta vez sin pagarle el favor a la industria, parándose en sus dos piernas tras tanto tropiezo, trabajando con la seriedad y visión de quienes optaron por no tomarse esto como un pasatiempo pasajero. Es cierto, para llegar a tal instancia fue necesario mucho ejercicio e historia, personajes que fueron piezas claves para erguir un árbol que a lo mejor el tiempo fue mezquino para refugiarlos con su sombra: llamémoslo construcción. Y si bien la industrilla autónoma del rap en Chile se gesta desde su propia burbuja sin necesidad de la sobreexposición, no está de más abrirse a terrenos más estandarizados y dar a entender con actos concretos (fuck reportajes de TV) que veintiséis años después de la edición del De Kiruza, “algo sigue pasando”.
ser ese ideal adolescente de encuentro y convivencia, a ser el ideal veinteañero y treintón de extender la libertad imberbe a tiempo completo, y de paso, ser una alternativa dignificante de ganarse la vida? No nos dimos cuenta del minuto en que el rap recobró su participación como género activo en la escena musical del país, ésta vez sin pagarle el favor a la industria, parándose en sus dos piernas tras tanto tropiezo, trabajando con la seriedad y visión de quienes optaron por no tomarse esto como un pasatiempo pasajero. Es cierto, para llegar a tal instancia fue necesario mucho ejercicio e historia, personajes que fueron piezas claves para erguir un árbol que a lo mejor el tiempo fue mezquino para refugiarlos con su sombra: llamémoslo construcción. Y si bien la industrilla autónoma del rap en Chile se gesta desde su propia burbuja sin necesidad de la sobreexposición, no está de más abrirse a terrenos más estandarizados y dar a entender con actos concretos (fuck reportajes de TV) que veintiséis años después de la edición del De Kiruza, “algo sigue pasando”.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a Güissario Patiño).
Supongo que como a varios les habrá pasado, no fue menor mi sorpresa al descubrir que un tercio del cartel que anuncia la programación del Festival Fuga son nombres de raperos que siempre hemos escuchado o visto por ahí. No hablamos de un par de casos aislados, sino que de la diversidad de todo un catalogo, el cual figura en primera línea en el debut de una producción que promete estabilizarse entre las más concurridas celebraciones culturales de cada año.
Me dio curiosidad y fui a buscar respuestas, pues no me cuadraba ni por famoseo, ni por amiguismos, ni por tendencias: efectivamente hay un poco de todo. Distintas facetas del hardcore rap, diversos aromas de la volá más shuerloga experimental, diferentes períodos y etapas musicales, sonidos y contenidos en algunos casos discordes, pero que ponen en el tapete la riqueza de la que se ha hecho el rap fabricado en casa. Y bueno, todos estos cabros paseándose por los mismos pasillos entre camarines donde también caminan músicos de la categoría de Nano Stern, Lucybell, De Saloon, Prefiero Fernández, Villa Cariño o las Supernova; que algunos bien te pueden gustar o no, pero ante los ojos del mundo son quienes conforman una identidad nacional de música: “Nuestro festival nace por la necesidad de generar una plataforma que sirva de trampolín para los artistas chilenos. Queremos poner a su disposición un festival masivo, creando así un concierto de primer nivel, tanto para los artistas como para los asistentes que quieran conocer y disfrutar las tendencias artístico-culturales de Chile” – fue más o menos la aclaración de la productora acerca del por qué, mientras que resolviendo la interrogante de cuál fue el criterio aplicado para la selección de la parrilla rapera, algo así fue lo que agregaron: “Dentro de la productora trabajan músicos de rap, es por esto que se da énfasis en no sólo incluir artistas consagrados, sino también artistas emergentes, pero no únicamente de ésta escena, sino que de todos los ámbitos culturales, incluyendo tatuadores, riders, malabaristas, entre otros.”
El Festival Fuga se va a realizar este sábado 16 de agosto durante la tarde, noche y madrugada en el interior del Club Hípico. Según entiendo, ya se está agotando la tercera preventa, pero tampoco es para alarmarse. Simpaticé con su causa, primero que todo, por la versatilidad que ofrece la nómina raperil, y segundo, porque no me parecieron excesivos los valores de las entradas… claro, eso entendiendo como están las cosas hoy en día, donde el ticket para un concierto de este calibre lo pactamos en nueve cuotas precio contado. Partieron en $8.000 y ahora van recién en $12.000, la cuarta preventa estará a $15.000 y ya en puerta $20.000, más o menos similar a lo que cuesta ver un solo artista internacional ya trillado por estos lados. Además, tienen auspiciadores jugados y con buenas iniciativas de promoción y concursos, para que revisen el FANPAGE DE FUGA y participen si es que a diferencia mía se les da bien eso de la suerte.
Voy a compartirles un poco más de información, aunque lo más sencillo es ingresar directamente al EVENTO DE FACEBOOK. Revisalo y considéralo, pues si no tienes nada para este fin de semana, no sería mala opción apostar por ir a ver a los nuestros en un escenario a la altura de los que siempre los quisimos ver… y no te hablo precisamente del Festival De Viña.