Más de una vez he dicho que desde mi punto de vista, el
freestyle, como un arma de expresión intrínseca del rap, tiene una
trascendencia mucho más amplia que la institucionalidad que pueda adjudicarse una
marca de bebidas. No discrepo en que ser finalista de una “Batalla De Los
Gallos” sea una excelente instancia para que freestylers anónimos de diversos
países puedan reunirse, conocerse y darse a conocer, y en virtud de esa vitrina
sentar una base para en adelante proyectar sus carreras, pero no es más que eso.
Definir quién es el mejor del mundo no creo que sea tarea para un jurado
seleccionado por el departamento de marketing de una compañía cuya principal prioridad
es la de vender bebidas, y esto va más allá del criterio resuelto para recurrir
a éstos, ya que no acuso a esa deliberación, sino al formato en sí: un fondo envanecido,
marketero, antagónico y que incentiva la superficialidad para las generaciones
que se incorporan, quienes ven en su categoría el pináculo de la rama. Actualmente
hay varios países jugándosela por ofrecer propuestas frescas que congreguen a
sus exponentes para abrir ventana a sus habilidades, destacando por ejemplo las
ligas “Spit” de México, lo que ha hecho Sudamétrica
en Argentina con “A Cara De Perro Zoo”, y la intensidad que han ido tomando en
Chile propuestas como la “BDM” y otras más incipientes como “El Rey De La Rima”,
que tiene a Soldao Sean en los intentos por instaurarla como
una potencia propia de la escena; pero no nos olvidemos también que el
freestyle, tal y como su nombre lo indica, es por sobre todo espontaneidad,
pues si bien se agradecen estas plataformas que buscan brindar soporte y
profesionalismo a la disciplina, se valora de igual manera al freestyler que prefiere
mantenerse al margen de la exposición, ése que te puedes encontrar con toda naturalidad
en plazas, esquinas, en un rincón de la tocata o incluso ganándose unos pesos
mientras viajas en la locomoción colectiva. En esto hay de todo y el espectáculo
nunca será mal recibido, siempre y cuando no nos olvidamos que es sólo eso, un espectáculo.

Por
Güissario Patiño.
Vídeos cortesía del portal argentino Doggshiphop.com.

Y bien, cayendo en el juego del espectáculo, al igual que
muchos de ustedes fui espectador de la reciente final mundial de la “Batalla De
Los Gallos” de Red Bull celebrada en
Buenos Aires, Argentina. Ocurrió un fenómeno curioso para esta edición, siento
que fue la primera vez que Chile se consideró tan bien representando por su
finalista, lo cual despertó una expectación notoriamente más viva que la de años
anteriores. El enviado nacional fue el joven Cristóbal Palacios (Stigma) oriundo de Santa Cruz, sexta
región, un cabro cuyo talento venía prometiendo un golpe como éste desde una
edad aún más temprana. Confiando en que el nivel estaría interesante, me compré
unas cervezas y fui uno más de los que saturamos los servidores del streaming de esa noche. Hubo diversidad
de estilos y escuelas entre una desnivelación muy pronunciada por parte de los
distintos contendores. Los favoritismos apuntaban a Dtoke (Argentina), Chuty
(España) y Stigma, aunque la gran
sorpresa la dio el mexicano Jony B,
quien fue de menos a más. También creo que el colombiano Doggy Fresh pudo haber
dado más de qué hablar de no haber sido eliminado en la primera batalla, del
resto no hay mucho más que acotar. El torneo tuvo una ejecución rápida, sin salirse
de su conocido libreto: en sesenta segundos yo te digo esto, tú me respondes
esto, uno que otro insulto fácil, el jurado sentencia y que pase el siguiente.
Así hasta semifinales, donde la batalla de Stigma
vs Dtoke fue con seguridad una de
las más inquietantes de la monótona jornada, cuya rápida resolución del jurado tampoco
quedó exenta de polémicas. A mí entender la definición daba para una réplica, pero
no lo digo apelando al nacionalismo, no juego a eso, pues Stigma podría haber sido panameño y pensaría de igual forma.
Estamos de acuerdo en que fue una buena batalla, que se distrajo con recursos  vanos que restaron limpieza al nivel y
capacidad de ambos, lo cual merecía con justicia una revancha, tanto por ellos
como para el público. La suerte jugó a favor del local quien luego venció al
mexicano en la final y se coronó como campeón de esta versión. Sobre la fortuna
del chileno se podrán decir decenas de argumentos en su defensa, pero es
simplemente un título del torneo organizado por una marca de bebidas que nada
de competencia tiene en el real Hip Hop, entrar en discusión y descalificativos
es inventar rivalidades donde no las debe haber. El único triunfo importante está
en la experiencia que vivieron los ocho participantes que durante esa semana compartieron
realidades en Buenos Aires y los mejores están a criterio de cada quien. Chile
quedó con su nombre puesto en lo alto gracias a Stigma y eso el mismo público argentino se lo hizo sentir con sus
aplausos y reconocimientos.

Y bien amigos, no tenía pensado compartir algunas de mis
ideas como las de este post, pero los compadres del portal argentino Doggshiphop.com
me enviaron hace algunos días su propio registro del encuentro y me animé en
agregarle algunas líneas a su petición. Muchos de los que seguimos la
transmisión on-line sufrimos varios
inconvenientes ocasionados por la demanda de tener todo un continente colgado
al servidor, así que sabemos que hubo paréntesis en los que simplemente no
pudimos saber qué mierda pasó. Agradezco la consideración de Doggshiphop.com,
ejemplo concreto de que Hip Hop no reconoce banderas ni representantes. Los
invito a conocer más de su trabajo y por supuesto a suscribirse
a su canal de YouTube, donde encontrarán muchas más novedades. Un
saludo afectuoso a Ale Pluz y a todo su equipo.