Aún no son las 8:00 de la mañana y mi lunes ya lleva un par de horas siendo lunes. Ya estoy aseado completamente, mi casa también, y si tengo suerte tendré otro par de horas libres para ordenar lo pendiente antes de que despierte mi hija y dedique mis horas y energía a ella. Revuelvo mi taza de café que ya se me estaba enfriando, miro por la ventana, pues desde el interior de los árboles del terreno de al lado se oye el canto de los pájaros mientras reciben sus primeros baños de luz en el sol que a esta hora ya logra penetrar entre sus hojas. Estamos iguales, pienso, y agradezco lo afortunado que soy de estar aquí, en mi suerte hábitat urbano, y no encerrado en una micro rumbo al encierro en una oficina. Quizás en la vida no esté todo del todo resuelto, y que, como todas las personas, debo hacer malabares y convivir con la incertidumbre, o pedir la ayuda de almas amigas cuando el agua de la fuente baja su nivel como me pasó este mismo fin de semana, pero, de alguna u otra manera, al final todo se equilibra. Lo importante, creo, es haberse atrevido a cambiar algunos paradigmas para que la realidad de este presente no sea la misma realidad de hace un año atrás. Y de eso he pensado mucho en estos días, de concientizar que se ha avanzado, validar el esfuerzo y los sacrificios que ha significado, detenerse en el camino y expulsar lágrimas sanas de alegría cuando recuerdas lo que habías olvidado. Incluso hice un live en Instagram la semana pasada hablando un poco de aquello de vivir y procesar, externalizándolo en este proyecto que todavía mantengo. Hoy quise iniciar mi mañana día escuchando este disco y su primer track se sincroniza con mi día saludando al sol.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Antes de sentarme a contemplar cursimente este presente concentrado en el espeso último concho de la taza de café, aquí, en este mismo escritorio de madera reciclada que me hice rescatando una vieja reja que encontré en la esquina una vez que fui a botar la basura y que calza perfecto frente a mi ventana; compartí un audio largo de WhatsApp saludando y deseando buena semana a mi madre, Sol, mientras me preparaba el desayuno, agradeciendo tenerla viva y sentirla quizás mucho más cerca ahora que vivimos a varias ciudades de distancia. Luego revisé mis notificaciones del teléfono. Le sonreí a la amargura de los haters que criticaron a la invitada de la entrevista que compartí ayer en mi canal de YouTube. Pensé: “que estás cambiado, Darío. En otra etapa esto te hacía el día”. Pero el día de hoy es perfecto, la vida es perfecta, y eso no necesariamente quiere decir que el transito del día a día es miel sobre hojuelas, sino aceptar que la imperfección es parte de la perfección o el control de las cosas que tanto anhelamos y que en la mayoría de los casos desperdiciamos una vida entera persiguiendo. Entre las notificaciones tenía también un correo de Ojal de Ajaw solicitándome unos archivos que de forma inmediata le envío. No es casualidad haber visto su mensaje. Precisamente quería darme este tiempo de hoy para ponerme al día con él y con su álbum Paradoja que estrenó hace un par de semanas. No me latía compartir en mi blog la misma nota de prensa que le ayudé a difundir a través de mi Agencia Mingala. Ahí, estuvimos un poco más de un mes trabajando la campaña de estreno de su debut solista, entonces hoy entiendo que necesitaba salirme de ese estado mental para encontrarme con su obra desde otra perspectiva, una que resuena mucho más con lo que vengo escribiendo en estos dos párrafos y no lo estratégicamente comunicacional. Volvemos a las dualidades, lo perfecto de lo imperfecto.
Paradoja es un buen disco. Parto por eso para quien quiera escucharlo y conocerlo. En un mundo de subjetividades, decir que algo está bueno me parece el único criterio suficientemente válido para recomendar lo que sea. Ahí ya verá cada quien por qué le parece un buen trabajo. En mi caso, veo que hay un largo camino para llegar al resultado, prácticamente cinco años entre escritura, grabación y post-producción. En estos tiempos tardar más de un año en cualquier proyecto es un auténtico riesgo, porque al ritmo en que vamos tú y yo somos muy diferentes de lo que éramos pensábamos e incluso de cómo vivíamos hace un año atrás. Ojal logró darle la vuelta a eso con equilibrio y justicia. Conjuga aprendizajes y conocimiento con rap escrito hace media década, pero lo hace en un álbum que no se quedó en el 2015, sino que entra bien en el catálogo de lo que trascenderá este internamente terremoteado 2020. Rapea fluyendo con lucidez, estructura e hila ideas de formas atractivas y originales, mantiene la esencia y sonoridad más conservadora en el género, pero adoba con mucha musicalidad en sutiles capas. Y si bien, entre sus principales colaboraciones destaca lo llamativo de nombres como Aerstame, Flor de Rap, Chystemc y su compañera Gloria Allel, quienes aportan sugerentes temazos, me parece que Paradoja es un álbum que respira por sí solo más allá de esos enganches y que su reproducción es bienvenida en cualquier momento de la vida, de principio a fin, no por capítulos. Claro que su recepción dependerá mucho del momento de la vida en que te encuentre, porque si quieres escuchar un álbum con buenos beats y rapeos, ya está, cumple; pero si quieres ir un poco más allá, es un buen pasaporte para introducirte en lo no explorado. Probablemente en cada etapa que lo oigas te aportará nuevas sustancias, incluso pienso que el mismo autor se refrescará bebiendo de su misma vertiente. Hace poco, por ejemplo, el shuffle del Winamp me sorprendió con un track del uruguayo Gama perteneciente a su recóndito álbum debut Despertar que me traje en un disco duro de Montevideo el 2015. Estaba ahí, perdido entre cientos de gigas que he acumulado en años y que recién hoy puedo darme el tiempo de disfrutar. A pesar de que incluso me regalaron el disco en formato físico, no fue hasta ahora que lo descubrí y asimilé, y me puse en contacto con el autor que desde entonces ha realizado muchos lanzamientos más y trabajados de forma más profesional, pero me confidenció que siente que ninguno alcanza la lucidez de aquel manifiesto original. Ojalá lo suba a Spotify, como insinuó que le gustaría hacer, pero prefiere haciéndolo sonar como merece, aunque yo lo encuentro perfecto así como está, con esa magia propia de la primera búsqueda personal. Paradoja, así como Despertar, también tiene bastante qué ofrecer socialmente, pero su lanzamiento coincide en una transición mucho más marcada, en época en que los procesos de nuestros pueblos entienden que no se puede escribir revolución sin evolución. Si bien ni Gama ni Ojal son unos iluminados que vienen a mostrarnos cuál es el camino correcto, en sus experiencias comparten apuntes de expediciones personales y dejan huellas en el camino de lo que aprendieron, el primero más desde la intuición y el segundo más respaldado de un intenso recorrido por el conocimiento en la materia que ha elegido, pero, de ambas formas, la enseñanza simple es que hay bayas sanas y otras venenosas en el bosque, y de nada sirve saberlo si no nos atrevemos primero a travesar ese bosque.
Durante el mes que trabajé con Ojal en la campaña de promoción de su álbum, buscábamos la forma de dar con el mensaje adecuado sobre cuál debiese ser su manera de presentarse. Recuerdo que él sentía la necesidad de explicar mucho, y en este caso creo que no hay mucho que explicar, y si lo hay, claramente lo hace de forma más fluida y simple en sus rapeos por más complejas que parezcan sus métricas. Paradoja es para quien lo acepte y esté dispuesto o dispuesta a conectarse con sus códigos, y eso puede ser hoy o en diez años más, los procesos de cada persona son relativos, sin embargo, se encarga de ofrecer un álbum resistente al tiempo, sin fecha de caducidad, y si estuvo dispuesto a soltar este proceso tan personal suyo, entiendo que debe dejarlo fluir y andar por sí solo, sin complicarse en explicar de qué trata. Lo hizo bien, puede estar tranquilo, se sacó la ansiedad y la deuda personal del primer disco propio. Su debut no lo agarra desprevenido, ya tiene una base de oyentes que siguen su música y contenidos, con seguridad llegarán más. Estamos en el punto de la vida en que ya comprendimos que todo llega si te enfocas y trabajas en lo que quieres para ti. Ojal transita ese presente con la felicidad de sacarse de encima un disco por el que trabajó años y que en sí encierra mucho de ese proceso, desde querer canalizar todo ese conocimiento adquirido hasta dejar que sus propias experiencias sean las que hablen más que lo teórico. Cierra un ciclo y se abre a otro, que se descubrirá en sus próximos movimientos, y para eso quizás esta vez no sean necesarios cinco años de trabajo ni tampoco sea mediante un proyecto personal, quién sabe también si tiene que ser un álbum musical u otra forma de manifestación, pero, con certeza, no será lo mismo de lo que hoy ya es.
Voy por otro café. Mi hija se despertó y aprovecho también de hacerle el desayuno e iniciar nuestro día. Por mucho tiempo deseé que esto fuera así y hoy lo celebro dándome cuenta que ya construimos esta realidad, es propia. Para eso se necesitó pasar por muchas paradojas. Sorbo por eso y por las que vendrán. Hoy es un día perfecto y lo agradezco. Agradezco también tu disco, Ojal, son de esos que sincronizan y riman perfecto con estos estados mentales.
Hno
Me gustó mucho este artículo
Y el disco Paradoja, es una verdadera joya