Se me hace imposible calcular al ojo la cantidad de fechas a las que asistí y disfruté de algún panorama en el mítico Centro Arte Alameda, así tampoco podría decirte el número de veces exactas en que mi cabeza se estrelló con la parte alta de su reja al entrar o salir de ahí, porque de verdad fueron varias. Hago memoria de todos esos eventos raperos y me sorprende lo distinto que podían llegar a ser entre sí a pesar de hacerse en el mismo lugar y con el mismo público; desde una fiesta multitudinaria copada de personas hasta la calle, a un lanzamiento de un vídeo clip muy íntimo y emotivo. También se me vienen a la mente decenas de caras de personas con la que ahí me encontré o reuní. Conocidos que pasaron a ser amistades y amistades que pasaron a ser conocidos: el tránsito de la vida misma. ¿Qué edad tenía la primera vez que fui? ¿Qué tan distinto de eso era esa última vez que fui, claro, sin saber que sería la última? Creo que ese ejercicio de revivir tantas y tan vivas historias es lo que afectó de un modo más personal en la comunidad la noticia del incendio de Centro Arte Alameda el pasado viernes 27 de diciembre. De eso recién se cumplieron dos meses, aunque pareciera que hubiera sido hace mucho más. Tiene sentido. Por esas mismas semanas, los pacos también atropellaron a Óscar Pérez y asesinaron a Mauricio Fredes, así que el cierre de año se enmarcaba en esa amarga postal de despedida, cuyo martirio se ha extendido y normalizado hasta hoy día con experiencias similares y constantes, y cuya responsabilidad también se les adjudica a los agentes represores del gobierno empresarial de Sebastián Piñera. Esa tarde, particularmente, sus insistentes disparos de bombas lacrimógenas hacia el techo del edificio terminaron por incendiarlo y dejarlo en el suelo. Fue el mismo techo que refugió y asistió a cientos de personas heridas en la zona cero durante los primeros dos meses de manifestaciones, pues su ubicación y administración favorecían en que sea uno de los pocos sitios realmente seguros para que brigadistas puedan hacer su trabajo en el campal sector de Plaza de la Dignidad. El sitio que fue centro de resistencia para el arte y la cultura underground en Santiago por casi tres décadas, también fue ícono en la resistencia social en la batalla por un mejor Chile, pero bastó con darle una acción popular y la asociación de la palabra cultura para que la fuerza policial vea al Centro Arte Alameda como una amenaza, y tras semanas de amedrentamientos y persecución, finalmente lograron reducirlo a cenizas.
Iniciamos marzo y vamos por los cinco meses de protestas, sin embargo, la absurda (y ni tan absurda) batalla contra los pacos terminó por eclipsar las demandas sociales y todo se ha convertido en ser la resistencia y la reacción a su represión. Semana tras semana, acto tras acto, acumulan peligrosamente razones para seguir ganándose el repudio de la ciudadanía. No se sabe en qué irá a terminar aquello. Me parece que el Pueblo ha estado pasivo dentro de su habito reaccionario, normalizando en parte el terrorismo con el que actúa el Estado y la desolación que deja la inoperancia del ministerio de justicia en un país hecho para gobernar desde la injusticia, pero supongo que un día no tan lejano volveremos a estallar y de una forma más escandalosa que en octubre pasado, y quizás eso sea lo que ellos esperan para seguir con su plan. ¿Qué pasará ahí? Habrá que vivirlo para contarlo.
Por ahora importa destacar que, además de matarnos, secuestrarnos, violarnos, torturarnos o mutilarnos, los pacos también se han metido con nuestros espacios e íconos en la lucha, pero las ideas y los ideales son inmortales, por ende, no entra en su naturaleza destructiva entender que podemos pararnos una y otra vez, reconstruir desde las cenizas, porque nos mueve el corazón y construimos con nuestras manos creadoras todo eso que soñamos, a diferencia de ellos, que sólo obedecen y atacan lo que no cabe en su lógica. O como bien dijeron desde el Centro Arte Alameda tras al atentado: La cultura no se apaga.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Fotografía de portada por @jt_fuentes (2010).
Todo el Hip Hop por el CAA:
El Centro Arte Alameda creyó, cobijó y permitió el desarrollo de muchas escenas independientes del under metropolitano, entre eso el Hip Hop. Cuando fue la etapa de buscar nuevos espacios para albergar propuestas que quisieran desmarcarse del concepto tocata/fiesta, el céntrico boliche fue uno de los primeros en abrir sus puertas y mantenerlas así. No se puede negar la importancia de Dj Dacel y Beatminds en esa transición, pues el certamen de beats no sólo expuso y visibilizó un circuito de beatmakers, sino que otorgó el punto de encuentro el primer viernes de cada mes para toda una generación que empezaba a aglutinarse. Para ello, sampleo estas líneas que escribí el 2017 para el décimo aniversario de Beatminds:
Beatminds puso en el tapete popular el término “beats” y en adelante sus infinitas conjugaciones. Fue en el 2007 cuando se hizo relevante conocer el crédito de las producciones en el ya imparable y efervescente catálogo de rap nacional. La combinación de la apertura de un espacio para encontrarse en torno un interés común, más las ganas e inquietud de una generación que llegaba fresca y con hambre de todo, tuvo su debida reacción al poco tiempo con la producción de álbumes que, por el peso que tuvieron, me parecen imprescindibles, como Respira de Frainstrumentos y el ambicioso Looplife Vol. 1 de Utópiko & Metáfora. Ambos proyectos fueron editados en el transcurso del 2008. Primero fueron los ritmos de Utópiko & Metáfora en un disco doble que se inscribió como la declaración de una nueva era de raperos, donde coincidían algunos nombres como Movimiento Original, Liricistas, Mc Unabez, Mantoi, Macrodee, DeKilltos, Gran Rah, Marea, Ceaese o Dj Transe. La confirmación la puso unos pocos meses después el señor Frainstrumentos con Respira, añadiendo al sumario nombres como los de Salvaje Decibel, Búfalo Dit, Mente Sabia Crú, Talobeez, Dj B-Ese o Dj Dieps (hoy Redmist). Era el año en que los productores de ritmos estaban pintando el lienzo y daban un paso al frente de los emcees, para de una buena vez unificar todos los colores en una misma paleta: la sub-20 de Sulantay en Canadá. Llegaron con discos atractivos, despertaron curiosidad y nos abrieron una ventana mucho más amplia de la savia nueva. Fueron los años en que los raperos de las distintas comunas de Santiago empezaron a conectar gracias a plataformas como Myspace y las amistades de Messenger, pero, sin dudas, Beatminds era uno de los lugares en donde todas estas historias empezaron a encontrarse, concretarse y entrelazarse. Todo lo demás ya está dicho.
Sobre el incendio, la reacción inmediata que Dj Dacel publicó en sus redes fue la siguiente:
“Todo mi apoyo y lo que necesiten de mi para levantar el Centro Arte Alameda. Repudio y condeno el actuar de los pacos en contra de este lugar de cultura interminable, donde pude realizar muchos proyectos musicales desde el 2003. Con Beatminds escribimos la historia del beatmaking en Latinoamérica, desde Chile hacia todo el cono sur. El Dillatastic es uno de los tributos más antiguos del mundo y también se escribió desde Cine Arte Alameda. Son muchas las historias que puedo contar sobre este lugar y es por esto que existe un gran cariño”
En Centro Arte Alameda se desarrolló Beatminds, Dillatastic, incontables lanzamientos, festivales y fiestas, entre ellas recuerdo a Estrellas De La Esquina, Light Blue, Rap Planet, SWAP o Impossible Beats. Básicamente fue la sede más confiable para acompañar el desarrollo de una de las décadas más productivas y creativamente inquietas del rap santiaguino.
Me parece que una de las fechas más icónicas se vivió hace exactamente diez años, cuando se organizó el festival Todo el Hip Hop por Chile, un concierto de dos días organizado por personas como Ana Tijoux y la extinta RH2A. La entrada tenía un valor de $1000 más un alimento no perecible o artículos de aseo, y todo lo recaudado se iría en ayuda a las víctimas del terremoto del 27F. Yo no fui, pero de que estuvo bueno, estuvo bueno. Los registros mostraban llenísimo el recinto, con un cartel de artistas que redondeaban aquel momento glorioso del rap nacional. Ahora mismo me encuentro algunos vídeos y dan ganas de estar ahí, en ese momento y bajo ese estado mental que se ha perdido conforme nos hicimos más adultos.
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El Hip Hop de Chile tiene gratitud con el Centro Arte Alameda y para eso no es necesario ser de Santiago, porque el espacio tiene su prestigio tanto en regiones como el extranjero. De hecho, uno de los últimos conciertos de rap a los que fui en ese lugar fue para el debut en Chile de Juli Giuliani en agosto del 2019. Esa vez el artista de España se presentó junto a Hurto Simple y Jonas Sanche. Con Juli compartimos una entrevista previa al concierto, precisamente en el living del centro cultural.
“Sólo estuve ahí unas horas, pero lo poco que pude conocer y percibir del sitio, es que era un sitio impregnado de cultura, tanto de cine como de música. Se notaba que significó un punto de encuentro para mucha gente, un sitio bastante simbólico, no sólo para el rap, sino para la cultura en general. Ésa fue mi sensación y espero que pronto se pueda recuperar ese espacio. Que no mueran los espacios que generan cultura y sirven de punto de conexión entre la gente.”
Es por esto y más que su atentado implica una responsabilidad más bien política, y la cultura Hip Hop tiene la obligación de devolver la mano al sitio que albergó tantas buenas anécdotas e hitos en su desarrollo, pues, sea como sea, nos involucra. Ya es marzo y de alguna forma queda atrás esa especie de descanso o vacación que se tomó la revuelta popular, la cual reconozco me costó entender o aceptar, pero, indudablemente, la salud mental es primero para retomar y defender algo que ahora sí estamos preparados y dispuestos en asumir. Uno de las primeras actividades en la agenda de este marzo es el Festival Hip Hop Alameda, el cual se realizará los días viernes 6 y sábado 7 de marzo en el Teatro Novedades, ubicado en pleno barrio Yungay. Allí se presentarán más de veinte artistas de la escena Hip Hop, destacando nombres como Movimiento Original, Hordatoj, Portavoz, Flor de Rap, Matiah Chinaski, Adickta Sinfonía, Nfx, Chystemc, Jonas Sanche o Liricistas. El festival representa una importante instancia cultural y colaborativa de músicos que, en su mayoría, han estado ligados, de una u otra forma, a la historia del centro cultural.
Roser Fort, directora de Centro Arte Alameda, comenta que “estamos muy agradecidos de quienes están convocados a este evento, hemos convivido durante años con muchos de los artistas que participarán y seguiremos apoyando las expresiones del movimiento Hip Hop”.
Nahuel Parra, productor del evento, comentó que le pareció fundamental realizar este encuentro “porque el Hip Hop fue siempre parte importante de la programación del centro y su atención estuvo puesta en empujar la cultura urbana con el fin de que se profesionalice y vaya hasta arriba. Ahora se está devolviendo la mano y la gente vino con toda la energía, están muy contentos de poder ayudar. Toda la cultura Hip Hop con el Centro Arte Alameda”.
Las entradas tienen un valor de $10.000 por un día y $15.000 las dos jornadas y están disponibles a través del sistema Passline. No me gusta meterme en la vida de nadie, pero creo que es un tremendo cartel y experiencia reencontrarnos en un concierto como los de antaño, que acompañaron los que se decían los mejores años del rap chileno, así que allá tú si te endeudas en tres cuotas para pagar una entrada a Wu-Tang Clan y engañarte coreando “C.R.E.A.M.” a todo pulmón, sólo que te invito a tomar apuntes de este panorama si te quedan algunas lucas para apoyar una cultura y espacio que construimos entre todas y todos. Yo sé que ésta sí será una fiesta inolvidable y una oportunidad para quienes mantenemos viva la cultura Hip Hop demos cara por quienes han mantenido viva la cultura en el país.
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