Llevo como 15 años haciendo La Celda de Bob. La experiencia siempre es positiva, pero reconozco que aún no domino plenamente la faceta social que conlleva hacerse cargo de un proyecto así, sobre todo porque me cuesta la gente, y pa’ qué andar con cuestiones, los raperos somos personas no muy agradables y muchas veces decepcionantes en lo humano o lo valórico. Conociéndome, intento resguardarme de las relaciones plásticas o por interés, y es que a esta altura uno ya tiene un sentido arácnido desarrollado sobre las dobles intenciones de las personas cuando se te acercan. Están, por ejemplo, esos que te siguen y te vuelven a seguir cada cierto tiempo. En esos no hay ni que desgastarse, pero hay una rima muy buena del Toteking que define lo que te generan. Están también los que de un día para otro se vuelven muy interactivos con tus posts, de pronto les desborda la buena onda y las ganas de apañar de forma notoria el trabajo, curiosamente siempre un par de semanas antes de su próximo estreno. Después no les ves el rastro hasta un nuevo lanzamiento. Están quienes se hacen no estar ni ahí y te envían un link pa’ callado, sin ninguna información en la que apoyarte para una publicación, pero después se quejan en redes si no les compartes, como también están quienes ni siquiera te invitan a conocer su música, sino que te preguntan de entrada cuánto hay que pagar para que los promociones. No les culpo, las tendencias actuales y la forma de promover la música hoy en día se ha prestado para eso, pero yo no entiendo la música como una franquicia de hamburguesas, entonces tampoco caigo mucho en el juego de los emcee Donalds cuando quieren ponerte un precio. En ese caso prefiero antes conectar con la propuesta, y después, por supuesto, darle mi valor. También están los intensos, que, sin conocerles, te envían largos audios o te llaman de una. A esos no les importa que sea un domingo a las 2 de la mañana, lo suyo es urgente y por eso debes responderle cuando ellos quieren. Ya no me complico con esos casos, siempre hay una carpeta de silenciados donde enviarles cuando se ponen demasiado cargantes, pero peor siento que son esos que te adulan exageradamente antes de decirte que tienen un nuevo estreno. En lo personal me incomoda la situación. Nunca está de más recibir un bonito comentario sobre tu trabajo, se agradece, pero cuando se van en la volá, uno piensa: “¿será pa’ tanto?”; y luego se confirman las sospechas cuando naturalmente se les revela el propósito. Creo que con esas jugadas se pierde la credibilidad y la confianza en las personas, pero si hablamos de desconfiar, déjame decirte de quienes no me fío para nada son esos que a todo le comentan “fueguitos”. Quizás no entren en las categorías anteriores sobre los propósitos escondidos, pero me llama mucho la atención esa forma de virtualmente existir y decir “estoy aquí, mírenme”.
Pero no todo es negro y a esto quería llegar. Creo que los mejores o más honestos hallazgos que comparto por este espacio están libres de esa entrada forzada, es decir, son descubrimientos, con la misma espontaneidad con la que surgió todo. Y reencontrarme con eso ha sido mi búsqueda en los últimos años, conocer historias, personas, ideas, entender que no tienes que convertirte en un supermercado de noticias para sentirte vigente, sino conectar con quienes están del otro lado y palpar cómo están entendiendo o sintiendo lo que aquí se está haciendo. Entenderte a ti mismo desde lo que te digan del otro lado. Así fue como conocí al Seba, quien se acercó porque le gustaban unos contenidos que en ese entonces estaba produciendo. Su llegada se sintió sincera, fraterna, y cuando eso se da no le doy el color que describí en el primer párrafo, porque es cuando me siento a gusto. En esa dinámica de confianza e intercambio de comentarios, supe por casualidad que también hacía música, y cuando la escuché nunca me pidió a cambio de difusión, sino que opiniones sobre sus dudas en el proceso, que son dudas más allá de cómo suena o cómo debería sonar, más bien sobre cómo se sentía respecto a su carrera. Fueron buenas conversaciones y su contenido cargaba la sinceridad que a uno le llama, pero sentía que él aún estaba duditativo en sus propias formas, quizás por la época de la que viene, que les cuesta mostrar lo que hacen por necesidad y desahogo, pero le meten corazón e inversión. Hoy lo noto más claro al respecto, más empoderado de su virtud, sin dejarla como un hobbie o un lado underground de su vida. Es por esto que me siento contento de compartirles su nuevo estreno de esta manera.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Agradecimientos a Agencia Mingala.
Susurro Basskez:
Desde sus orígenes a fines de los años 90 en los barrios de Recoleta, la historia musical de Susurro Basskez ha estado ligada al rap como válvula de escape personal, con la particularidad de que su desarrollo en las últimas dos décadas se nutre desde diversas raíces.
Grupalmente ha editado discos y conquistado escenarios en proyectos como SepaMoya, Mandala Funk y Bajomundaka, y como solista ha publicados los álbumes Susurros de Paranoias (2008) y Hemoptisis (2022). Dichas experiencias y perspectivas le han dado un valor agregado a su propuesta, lo cual se sintetiza o explica en su más reciente estreno, un live session de su último álbum en formato banda.
Amistad, música y pasión:
Hemoptisis es una obra de doce canciones con letras introspectivas y sociales, definidas por su autor como “un viaje que invita a explorar oscuros laberintos internos, canalizando emociones que andan en búsqueda del equilibrio y la sanidad mental.”
A menos de un año de haber coronado este hito personal en su historia, Basskez reabre dicho capítulo para reversionar algunas de las creaciones más significativas de éste:
“Tocamos el disco con formato de banda en vivo contado con las colaboraciones de distintos músicos, motivados por querer plasmar un sonido lo más crudo, orgánico y humano posible, inspirados por los códigos de la amistad y la música que nos une y apasiona.”
La sesión en vivo cuenta con cinco canciones de Hemoptisis reversionadas, “Al margen”, “Ocio y creatividad”, “Ruinas y escombros”, “Ignota” y “Cuéntame”, las que fueron grabadas en Sivana Studios en septiembre del 2023. A la voz de Basskez se le suma la participación de Marco M Jam en la batería, Sebastián “Chaba” Figueroa Arancibia en percusiones, Rhodd Miller en el bajo, Manu Zamorano en la guitarra, Jotaele en los scratches, y las intervenciones especiales de Rodrigo G. Cortés en guitarra, DeLaFer y Patricio Lihn en voz.
Con esta nueva entrega de 25 minutos, cuya versión audiovisual está disponible en YouTube, Susurro Basskez cierra un ciclo de su historia personal y musical, en el cual se encuentra y define su mejor versión de sí, con la convicción necesaria para continuar abriéndose un camino propio, confirmando desde ya la preparación de un tercer álbum solista llamado Necrosis en el que canalizará las reflexiones y conclusiones de su experimentado presente.