Matías Salvatierra, más conocido como T&K, con 21 años y desde su barrio, Villa Angélica en Florencio Varela, cambió en 2014 el paradigma del rap argentino con el estreno de su primer disco, Writing Classics (WC), una de las obras más significativas del género que hasta el momento estaba completamente estancado.
Por Gabriel Sáez (@gabiisaez) de Estructura Pura.
Fotografía por @the1988fotografia (Registro 2014).
“Teñimos Buenos Aires de tonos blancos y gris”
Había distintas corrientes que no lograban trascender y ninguna representaba el rap real, el que durante los 90s fue global en Estados Unidos. En este marco, T&K innovó con un estilo nuevo para el país. WC fue un golpe en la mesa de todos los músicos de la escena porque recreó con una seriedad inusual el sonido típico del rap de la costa este de los Estados Unidos, más precisamente del Bronx o Queens. En la frase que remata su estrofa en “Don’t Stop”, anteúltima canción de WC, anticipó: “Para que aprecien esto sé que va a pasar un long time”. Esta apropiación no fue accidental ni casual. El rap surgido en el Bronx habla de las carencias más profundas de las familias de Nueva York que 20 años más tarde llegó a los oídos de un grupo de chicos de Florencio Varela y de otras ciudades de la zona sur del conurbano que, en condiciones similares, se adueñaron de esta práctica cultural para expresar sus problemas.
En la Argentina, la cultura Hip Hop se asentó en Buenos Aires para los primeros años de los 2000 a través del freestyle. En 2009, un grupo de chicos comenzaron a reunirse en la estación de Claypole, donde nació el evento “Halabalusa Movimiento Underground”, plaza donde T&K y varios exponentes de la época lanzaban sus primeras rimas. Fue la primera semilla de la explosión que tiene hoy la música urbana.
“Con Dtoke -quien fue campeón mundial de freestyle en 2013- estábamos en todas las finales porque todos los domingos hacíamos lo mismo. Nosotros nos queríamos pulir y un momento nos gustaba rapear en contra porque nos decíamos cosas feas. Nos la bancábamos”, rememoró T&K en Vorterix en 2017.
El género crecía dentro del conurbano, los raperos se reunían en batallas a orillas de las estaciones de trenes. Todavía faltaba profesionalizar el espacio. Así fue como la figura de Núcleo, Marcos Miranda el padrino musical de T&K, quedará en la historia del rap nacional. Ante la necesidad de grabar sus propias canciones creó el estudio más mítico de la Argentina porque no había productores que se dedicaran con seriedad a la música del Hip Hop. Él construyó en una habitación de su casa un lugar para grabar a los artistas de este ritmo no comercial: El Triángulo Studio. Ubicado en Temperley, partido de Lomas de Zamora.
Junto a sus amigos más cercanos, casi sin querer, formó La Conección Real, uno de los grupos más importantes del género en el país, que durante esos años (2010/2013) alzaron con orgullo la bandera del rap nacional y la llevaron a otro nivel. Sentado en uno de los sillones de su casa, rodeado de parlantes, computadoras, micrófonos, teclados MIDI, discos y muchas calcomanías de la escena, Núcleo recordó sus comienzos con emoción y nostalgia:
“Cuando nació el Triángulo grabábamos los proyectos de cada uno. Los que estábamos siempre éramos La Conección Real, Urbanse, Tortu, Fianru y Frane. También estaba merodeando T&K, que viajó y trabajó mucho con nosotros”.
Uzetaele: “Samplear un contexto entero:”
Todos los raperos de esa camada, destacan la unión que había en ese momento ya que se juntaban por amor a la música y sin intereses, solo por el hecho de compartir. No había likes, ni seguidores, ni millones de reproducciones. En ese contexto, cuando los más grandes buscaban hacer su carrera en el rap, muchos adolescentes daban sus primeros pasos en la cultura. Eran nuevos talentos que no solamente se centraban en cómo rapear, sino en producir, en escuchar distintos sonidos históricos y samplearlos.
Rei All’a (R.A), quien era vecino y amigo de T&K, fue otro de los pioneros en desarrollar el sonido noventero similar al neoyorkino. Con 17 años en el 2014 trascendió al mezclar Writing Classics (WC) y unos meses más tarde, en diciembre, publicó Back In The Days, su primer disco, junto a UZL como productor (UZL es el nombre del que se apropió T&K para producir).
“Cuando entramos al Hip Hop, escuchamos un rap muy gallego: Violadores del Verso, Nach, Falsalarma, en CDs que decían rap español. A través del tiempo empezamos a escuchar rap latino y nos volvimos locos con Los Aldeanos, Lil Supa”.
Con la cámara de su celular conectado a la computadora para hacer la videollamada, continuó contando cómo La Conección sirvió de escuela y de vidriera para la profesionalización del género a escala local.
“Dijimos: ‘En Latinoamérica está muy plantado el rap, está muy bueno lo que hacen, pero es súper underground’. Y a través de La Conección Real nos llega todo lo que es el rap yankee”. Del Bronx y Brooklyn sin escalas a Florencio Varela y Temperley.
El Triángulo se transformó en un lugar de encuentro y formación de un estilo teniendo como ejemplo a los raperos norteamericanos, pero en aquel entonces apareció la necesidad de hacer sonidos totalmente propios.
“El que tomó la iniciativa para cambiar fue T&K, llegó toda la data y él se encerró en su mundo a crear instrumentales. Si bien yo siempre produje, él lo empezó a hacer desde bastante. Entonces, pensando en cómo hacer nuestra música propia, T&K empieza a crear ritmos como Uzetaele (UZL) y ahí empieza todo ese sonido. Él planteó que el primer material que saquemos sea siguiendo ese estilo que tanto nos gustaba”, recordó R.A enorgullecido.
Salto de calidad, profesionalización del género con la autogestión como bandera, lograron identidad local dentro de un movimiento global. Todo esto impulsado por T&K. Sin embargo, en un determinado momento comenzó a alejarse ante el asombro de todos. A fines de 2012 la paternidad lo corrió de las plazas y estuvo obligado a salir a trabajar. Ese corrimiento iba a responder también a un proceso creativo.
En ese entonces, estaba creando de la mano de Núcleo su primer disco: Terminología. Exceptuando la intro, el resto de las canciones nunca vieron la luz. “Gente, ‘Terminología’ tuvo un problema serio: me dejó de gustar”. Así avisó T&K a sus pocos fans a través de Facebook que el disco en el que había trabajado durante dos años seguidos quedó descartado el 23 febrero de 2013. “Fue un material de algunos años atrás y no es algo reciente. Estoy laburando música nueva”, anunció dando los primeros indicios del futuro disco que sí cambiará la historia: Writing Classics.
Durante 2013 su talento reapareció en la escena como productor, cuando acompañó a Fianru en su disco Blanco & Negro (B&N). T&K creó las piezas instrumentales desarrollando, de una manera espectacular y nunca antes vista, su faceta de Uzetaele. Fue la primera piedra angular del rap noventero y así, comenzó a surgir un estilo casi inexistente. UZL le dio una magia a cada una de las siete obras con las que consiguió instalar definitivamente a la esencia de los 90s, sampleando generalmente ritmos musicales de la década del 70s con la identidad del conurbano.
A nueve años de su lanzamiento, Fianru admite que fue su disco más importante y que su vida como rapero cambió, pero agradece a T&K el mérito:
“Fue muy importante en la producción, todos los beats son de él. Un día me pasó una instrumental y nunca había escuchado una así acá. Era para su disco en principio, pero lo canceló. A mí me gustaba así que se la pedí y me pasó más beats. Uzetaele en B&N sembró las bases del rap noventero en la Argentina. Después salieron un montón de discos así. Writing Classics se estaba produciendo al mismo tiempo, son los dos discos que hicieron historia, porque al fin y al cabo el T&K es el dueño de ese sonido en el país, pero a mí me los dio primero jaja”, rememoró entre risas y reconoció: “Eran remixes de samples, algunos antiguos, y eran una versión súper rapera, nadie hacía beats así acá”.
2014: Se escribe un clásico.
Un año más tarde apareció Writing Classics: el 23 de junio de 2014 fue publicado completo en su canal de YouTube. Una apuesta inimaginable y una continuidad de B&N en los ritmos. Siete años después, el 9 de febrero de 2021 llegó al millón de reproducciones en YouTube, transformándose en el segundo disco de rap en llegar a semejante cifra, y el primero totalmente autogestionado. Sus nueve canciones están completamente por fuera de lo común que se escucha en la actualidad. “Éste es un homenaje que le rindo a la raíz”, dice en el tema titulado con el mismo nombre y es claro: es un viaje al pasado, a la génesis del rap. Apenas comienza el viaje de 30 minutos, en la “Intro (Breaking Bad)” rápidamente expresa todo lo que significa, comenzando por la instrumental, que es un sample de la canción “Kiev Evening” de la orquesta estadounidense 101 Strings, del año 1972.
“Este mi motherfucking Breaking Bad/ T&K se me apoda, bienvenidos a/ La mierda más auténtica que nace en F. Varela/ Writing Classics es esto/ Samplear un contexto entero/ Mi opinión es que no muera el rap correcto”, rapea en los primeros segundos.
Ésa es la carta de presentación de uno de los discos más importantes de la historia del rap argentino. Boom bap del clásico para mover la cabeza al ritmo del compás de las canciones. Canciones que suenan a New York, pero que son de Varela, con un sonido oscuro, hecho para transmitir realidades. Es la conceptualización de una obra que entiende las raíces y los inicios del género, y logra rendirle culto sin perder su esencia y reflejando sus propias vivencias. Todas esas ideas se enarbolan a lo largo del álbum y lo vuelven tan trascendente, idóneo y disruptivo.
Darío Gutiérrez, periodista chileno de música en La Celda de Bob y amante del rap argentino, reconoce que luego de tantos años lo sigue escuchando: “Es un lugar que sigo habitando, no se puede negar la influencia que tiene. Su trabajo es literalmente su nombre, ‘escribiendo clásicos’. Es una piedra de una nueva era en el rap en la Argentina”. En este marco, admitió que fue una puerta de entrada para conocer más música de acá y que estableció una identidad: “Le dio un sonido al rap argentino para sonar rap, rap. Hasta el momento estaba buscando una identidad, en fusión con el rock o música más latina en algún momento. Llegó a la esencia del rap neoyorkino, con un estilo argentino, sin imponer”, contó.
Al ser consultado sobre cómo llegó a Chile este sonido tan de nicho y de las periferias de Buenos Aires, explicó: “Acá no llegó ni como escuela ni como referencia el rap argentino, pero yo desde el 2015 empecé a escuchar mucho por YouTube, Writing Classics también fue una puerta de entrada a un sonido musicalizado por UZL”.
De este modo, enalteció a T&K con una comparación gigante: “Es un equivalente a un Charly García del rap argentino, manteniendo los parámetros”, y amplió: “Hace lo que quiere, es un denominador común para un sonido pero también no se encasilla en algo, está loco y va persiguiendo sus gustos”, en referencia a los discos que creó más tarde como 1993: The lost tapes, El Libro Negro y Frío Espero.
“Cada momento tiene su lucidez, siempre estuvo adelantado y nosotros no estábamos acostumbrados. Con los años fuimos encontrando ese sabor, es un genio. Era un chico todavía cuando hizo eso”, destacó sobre un rapero que no hizo más que plasmas su pasión en la necesidad. Así nacieron los mejores. “Me identifico con él más que con los jóvenes de hoy por la edad también. Las vivencias y el haber mascado un poco más de tierra te da una sabiduría que las nuevas generaciones no lo van a conocer porque el camino está más pavimentado. Ya lograron que haya conciertos, una escena, un público de rap y quienes hicieron eso, no tenían en claro qué iba a suceder. Había un sueño, pero no un precedente”, agregó en referencia a la escena musical de hoy.
En los años siguientes, UZL formó una gran escudería de rap noventero con decenas de producciones para otros artistas, mientras que T&K, su otra faceta, siguió haciendo historia con seis discos más hasta la fecha, que lo llevaron a llenar el Estadio Obras siendo uno de los referentes más importantes del género en el país.
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