Chile, su historia, sus habitantes e idiosincrasia, e incluso sus calles y paisajes, nunca más fueron los mismos desde el 18 de octubre del año 2019. A partir del llamado estallido social no hemos dejado de transformarnos en las ya doce semanas en que se ha mantenido esta revuelta popular. Ahora, las conversaciones con nuestras amistades o con cada persona que hemos ido conociendo siempre nos dejan algo nuevo para reflexionar y seguir replanteándonos. Desde ahí hemos ido descubriendo quiénes somos y cómo pensamos, y resultó que éramos mucho más inteligentes de lo que creíamos ser, lo cual se ha potenciado cuantiosamente gracias a esta necesidad imperiosa de intercambiar nuestras ideas en cada encuentro que, por muy mínimos o casuales que parezcan, influyen día a día en nuestra visión y construcción. Ya no hay tiempo para banalidades ni mucho menos para matarlo. Ya les regalamos nuestra indiferencia por demasiados años y hoy buscamos recuperar lo perdido. Desde luego, la cultura y las manifestaciones artísticas no han estado exentas de ser ese reflejo social, y lo veo, sobre todo, en el Hip Hop, el cual considero que se ha reencontrado con su naturaleza de llevar hasta las calles todo eso que estamos sintiendo dentro. Los tags, graffitis, bombas o flops de cualquier ciudad hoy ya no lucen egocéntricamente el seudónimo de sus artistas, sino que ese talento y habilidad han sido destinados para firmar con palabras y frases como “RESISTE”, “FUERZA”, “SIN MIEDO”, “DIGNIDAD”, “AGUANTE EL PUEBLO UNIDO, “CUÍDATE”, “NO NOS SOLTEMOS EN LA LUCHA”, “SALUD DIGNA”, “SIGAMOS JUNTXS”, “NO + SENAME”, “SIN JUSTICIA NO HABRÁ PAZ”, “GRACIAS, PRIMERA LÍNEA”, o “ACAB” en todas sus formas posibles. Ésas, entre una infinidad de mensajes que nos recuerdan por qué estamos en esto. Así también se han levantado decenas de iniciativas o encuentros desde el movimiento, y el despertar del Pueblo sigue siendo inspiración para las nuevas canciones de rap, pues, ¿de qué más va a escribir si no? La lucha colectiva fue más que los intereses individuales, pero reconozcamos también que esos intereses individuales ya no están desencontrados, y la pequeña elevación que han tenido nuestros niveles de conciencia también empieza a proyectarse en el cómo hacemos las cosas.
Les quiero compartir mi experiencia de cuando fui a conocer el proceso creativo de Gold, el nuevo álbum de Flor de Rap. Algo que me parece hace justicia a todo lo dicho en esta introducción.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
Fotografías por Carlos Saavedra. Edición por El Banek.
Agradecimientos a Mingala Comunicaciones.
“Esto es Gold, 24K de puro amor”
La última vez que había ido al departamento donde vive la familia que armaron Flor y Nyror fue los primeros días de octubre pasado, horas antes de que se fueran a Colombia para presentarse en Festival Hip Hop al Parque. Después de eso nos volvimos a ver en la “marcha del millón”. Ya había un antes y un después en el Chile que hasta hace tres semanas era la pista de despegue para sus planes de comerse el mundo, y que ahora la visibilidad del vuelo era empañada por la incertidumbre que todo este estallido generaba. La agenda para artistas de la música (y de cualquier naturaleza, en general) se fue al carajo. ¿Y qué se aprende de esto? Se puede seguir haciendo todo como está y mantenerse en la zona de confort confiando en que todo volverá a la “normalidad”, o sencillamente replantearse cuál es el rol que debe tomarse en todo esto y al mismo tiempo volver a desafiarse para como artistas avanzar un paso más allá. Un mes después de esa histórica marcha volvemos a hablar. Nyror quería invitarme al departamento para mostrarme en lo que estaban. Se le notaba más ansioso que de costumbre. Por algo será, pensé, y bueno, una invitación del matrimonio de los Ruíz Lucero –o Lucero Ruíz, por qué no—, nunca es desperdicio. Voy feliz, respondí.
Era el jueves 28 de noviembre del 2019. Acordamos reunirnos temprano, con el cafecito de la mañana como excusa, como me gusta a mí. Me reciben con la misma cotidianidad de cualquier familia empezando el día. Francisca y Rossanita ya están en el colegio, y Salvador, el menor, lo ingresaron a un jardín hace un par de semanas por la necesidad de este proceso. Ahí también están despertando el productor antofagastino Fakbeats, quien acompañó a Flor en sus primeras producciones cuando ésta vivía en la perla del norte, y también aparece sonámbulo un puntarenense Lewis Somes que se asoma por cortesía a saludar y luego vuelve a su descanso. Han trabajado bastante según me cuentan. Habían iniciado el lunes 18 de noviembre, cumpliéndose un mes desde el estallido social, y se prometieron crear, producir y grabar un álbum desde cero en el plazo de dos semanas. Yo llegué el día 10 e increíblemente ya estaba cocinada la mayor parte de éste, pero antes de escuchar esos adelantos, conversamos sobre esta locura en la que se embarcaron, los sacrificios para llevarlo a cabo, pero, sobre todo, de la determinación que les hizo no sólo apuntar otro título a su discografía, sino un hito para sus trayectorias.
Flor señala a Nyror como el principal responsable de la travesía. Me cuenta que le picaban los dedos por escribir letras mientras esperaban la llegada de Fakbeats a la capital, no aguantaba la espera, y a pesar de alcanzar a desahogarse escribiendo una letra nueva, su compañero le dejó claro que esa letra nació muerta, porque el rigor exigía que todo fuera hecho durante el plazo que se propusieron. Nada ni antes ni mucho menos después. Pensaba en lo complejo de la idea en un plazo tan corto. He visto propuestas así, pero no tienen el peso suficiente para proyectar a la nominación de un Latin Grammy como visualizan sus autores, sino más bien le dan ese plus como algo anecdótico, pero nunca apostando hacia la trascendencia. Acá el equipo quiso conceptualizar todo a partir de lo que resultara bajo la presión de ese estado creativo, y despejaron sus agendas para que pudieran concentrase al doscientos por ciento en ese objetivo. Eso va desde conseguir un jardín infantil para el hijo menor, inventar y mover platas por aquí y por allá, disponer de lo básico para que nos les falta nada a los productores invitados, y una vez logrado todo ver realmente qué sucede.
“El primer ritmo que compusimos nos sugirió el concepto de oro. A partir de eso todo fue armándose y encajando naturalmente. Sentimos que estamos iniciando una era de oro, en donde podemos hundirnos o definitivamente salir a flote.”
Millaray:
Empezamos a escuchar las primeras maquetas mientras se consume el fasito que acompaña el café. No puedo creer que lo que estoy escuchando se haya grabado en el living de esa casa familiar, que no es precisamente un home-studio condicionado, simplemente un par de equipos para registrar las voces y sonidos con buena calidad, pero ningún escritorio donde sentarse a trabajar, sino que hincados y acomodados como se pueda, aprovechando el rack del televisor y la mesa de centro como base de operaciones. Todas las canciones que oigo son impresionantes e impredecibles, con muchas capas de sonidos, arreglos y coros. Tiene sentido contar con tres productores montando ideas y exigiéndole la versatilidad que puede dar una rapera como Flor, que saca en esa inmediatez y espontaneidad del proceso lo mejor de su escuela. La escucho y pienso en Pucho, en Marshall, en Vico o en Erykah. Aplaudo naturalmente después del apoteósico “Resistiré”, y en eso suena el citófono. Es Jerson Aguilera, a quien Nyror me presenta como “piano man”. Él va para seguir ayudando en los arreglos de teclas. Escucha con nosotros la siguiente rola, y dice que tiene un amigo que podría meterle unas guitarras precisas ahí. Lo presenta como el guitarrista de la banda Santiago Soul, Kenneth Vásquez. Nyror alucina, porque es fan de la banda, y Fakbeats los conoce porque los llevó hasta Antofagasta para compartir escenario con su proyecto Soul de Lua. Llaman a Kenneth y se entusiasma, de hecho, está libre, así que se dirige ahora mismo para el departamento. Flor me habla de que siente un poco de temor por la magia de cómo se ha dado todo, porque el proceso fluyó perfecto y siempre hay alguien dispuesto a dejarlo más brillante todavía. Incluso sus mismas hijas en las tardes han jugado apoyando en los coros, por lo que el proceso tiene una carga familiar preciosa y el contexto de las letras nos hablan de ese mismo amor.
“El álbum tomó un sentido muy social, pese a que nunca lo intencionamos de esa forma, pero no se puede evitar salir de ese estado mental mientras pasa todo lo que está pasando en Chile. En ese aspecto fue muy liberador.”
Escucho “Dignidad” y les muestro mi piel de gallina. El álbum Gold es probablemente de lo más social que haya escuchado en todos estos años de rap chileno, pero no del contenido social más panfletario o contestatario que históricamente nos ha querido despertar, sino por su facultad de ser una radiografía medular del Chile que hoy vivimos en nuestras calles, de lo que nos conmueve, de lo que nos mantiene en una lucha que no sabemos hasta dónde nos llevará, cuya única certeza es que no debemos renunciar. Esa sociedad interpretada en musicalidades, emociones y temáticas que por el desempeño de esta obra pueden representar distintos sectores, saber acoplarse más allá del público rapero, pero haciéndolo de una forma imposiblemente más rapera en su sentir, con verdad de la calle más que teorías políticas o académicas. En eso, los Hitmakers, es decir, Flor y Nyror, son unos especuladores en el buen sentido de la palabra. Como equipo saben qué piezas jugar para realmente encajar donde se debe encajar, calar en las emociones más hondas y no morir en el intento. Son unos manipuladores a tal punto de hacerte ese nudo en la garganta. Necesito un vaso de jugo para digerir ese buen trago de canciones que me compartieron.
Flor puede ser Gustavo Gatica y al mismo tiempo un drogadicto anónimo luchando contra sus ganas, puede estar en la primera línea resistiendo y también ser el pequeño Iván Alcaya luchando por un corazón. Flor es la niña sobreviviente del Sename que escapó para revelar al mundo nuestras realidades con un rap de primera categoría, que nace desde el corazón y sus resultados son consecuencia de eso. Y Nyror es la mano ejecutiva que asegura y permite que su rap sea todo lo descrito e incluso más.
Se acerca el mediodía y no quiero quitarle más tiempo al equipo, porque deben terminar su trabajo y siento que ya terminé mi misión ahí. Gold estaba prácticamente listo el día que fui, faltaban algunos arreglos y registros de voces de los colaboradores, como la majestuosa Sa-Rock del sello norteamericano Rhymesayers, a quien conoció en su pasado viaje a Colombia, y que por su puesto conectaron como mujeres poderosas que son. El resultado es “Ni perdón ni olvido”. También quedó pendiente una nueva estrofa de Portavoz para “En busca de la felicidad”, que al comprobar los resultados finales terminó quedando tal y como la escuché esa primera vez. El equipo no se tomó a la ligera eso del desafío en el tiempo estipulado, y lo logrado es sencillamente oro, 24 kilates de puro amor. Además de todos los nombres ya mencionados, en Gold colaboran el saxo de Maximiliano Acevedo, las guitarras de Greco Murillo, los coros de Michelle Núñez, Nacor Ereos y el debut de su hija Francisca Ruíz. La obra fue mezclada y masterizada por Mirko Polic y Nyror, la dirección de arte estuvo a cargo de El Banek (Eduardo Herrera), y su lanzamiento se acompaña del vídeo clip del sencillo “Resistiré”, dirigido por Miguel Pacheco (Micky de la Weed) y realizado por Javier Fuentes en Tecbo Pro Audiovisual.
Gold se encuentra disponible en todas las plataformas digitales y promete convertirse en una de las producciones más representativas de la música urbana este 2020.