¿De qué nos serviría darnos cuenta que llegamos hasta lo más bajo sin sacar aprendizajes de eso? ¿Qué sentido tendrían en nuestras vidas sus quiebres si no los entendemos como una oportunidad de crecimiento y reparación? Y, bueno, una vez ya dentro del pantano, ¿qué tan conscientes somos sobre nuestra responsabilidad en haber llegado hasta ahí? Se dice que para algunas personas es necesario perderse en la oscuridad para tener noción de cuan luminosas pueden llegar a ser. Más que un cliché de autoayuda, me parece una reflexión coherente y bastante real, pero en parte egoísta. Si bien los procesos personales son eso, personales, vale encarar que hay un vacío en la responsabilidad social frente a éste y otros temas relacionados a la educación emocional, la salud mental o el autoconocimiento. La escolaridad, por ejemplo, una de las primeras y más importantes etapas de nuestra formación, mide uniformemente criterios calificativos y no cualitativos. Aprobamos si aprendimos a replicar cómo resolver tal ecuación o memorizar la fecha de tal guerra, pero poco y nada se hace frente a la frustración que se genera en quienes no logran cumplir dichos objetivos, a esas y esos que por lo general se les marca como incapaces. Sin embargo, ya en la vida adulta, las grandes crisis vienen de la mano con la falta de autoanálisis, la nula capacidad y voluntad para la resolución de conflictos, la carencia de autoestima y el analfabetismo emocional, entre otras atribuciones, y para ellas no estoy muy seguro si sumará en algo el haber sido primer lugar del curso todos los años. Tenemos una noción muy estúpida y primitiva sobre lo que es la inteligencia. Podemos lucir grandes bibliotecas y coleccionar muchos diplomas, ¿pero de qué valen si frente al primer quiebre nuestra reacción será la de un niño en etapa pre-escolar? Y probablemente siempre fueron mucho más inteligentes aquellos que se sintieron inadaptados desde temprano o tuvieron un pensamiento crítico incomprendido, y, como respuesta a la falta de empatía del entorno, tuvieron que despertar por otras vías su inteligencia emocional para relucir su potencial y conectarse con su misión en este paso terrenal, aunque ese despertar puede tardar incluso décadas, pero siempre será lo necesario de acuerdo a lo personal del proceso mismo. El tema en sí es interesante y mucho más amplio de analizar y discutir si así se quisiera, sin embargo, no vine hasta aquí para poner en juicio la vulnerabilidad de la base emocional que tiene como consecuencias a personas jóvenes suicidándose en el metro cada semana y toda una población detrás maldiciendo el acto por tener que llegar tarde el trabajo, que en el fondo es el reflejo de cómo somos indiferentes a los muertos en vida perdidos en la drogadicción en nuestras mismas poblaciones. El motivo de esta entrada es compartirles un proceso personal en forma de disco de rap que cumple esa función social de abrirse y transmitirse a la comunidad para quien quiera considerar estas experiencias y reflexiones como forma de ver la luz. Estamos en esa edad adulta en que necesitamos esos discos que hablen el lenguaje tuyo, con las problemáticas o cuestionamientos que pasan por tu vida y cabeza, y Cara Oscura Solar de Dogman me parece ser de esos trabajos valiosos por mantener esa esencia de saberse vulnerable. Entre tanto viejo queriendo dar lecciones y jóvenes promesas del género hambrientas por comerse el mundo, está bien contrastar con algo de realidad de aquellos que pueden decirte que no todo es perfecto, pero sí maravilloso si estamos dispuestos a mirarlo con esos otros ojos.
Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).
A veces es bueno reconocer lo que nos perjudica. ¿Pa’ qué tanto hablar de tantas ganás y ni una perdía? Yo prefiero ser sincero.
Pedro Hernán Araya Solar es Dogman. A sus 30 años colecciona interesantes historias de vida y como rapero. Es padre de Constanza, Catalina y Fernanda, y ha participado en la autoría de más de media decena de títulos desde su querida Santa Cruz, localidad que ha sabido bien representar en proyectos como Sexta Mafia y La Cumbre Crew. La madurez tal vez sea un punto en el que nos va la vida intentando alcanzar, pero podríamos decir que a su edad algo ha avanzado, y Cara Oscura Solar condensa muchos de los aprendizajes y quiebres de su última etapa, probablemente una de las más influyentes en su definición como persona. En el año 2017 me tocó reseñar el álbum FéniX que presentó junto a su compañero de mil historias, Kifat, otro integrante de la Sexta Mafia. En aquella oportunidad relaté sobre la vasta importancia que tiene dicho colectivo de raperos para el desarrollo del rap en la sexta región, pero esa fuerza y unidad está más allá de ser una representación zonal, y en este capítulo en la vida de Pedro ha sido una verdadera familia para la contención y potenciar el crecimiento espiritual. No lo dice ninguna rima, pero es una alineación que se percibe fácilmente al introducirnos en este viaje. Han pasado los años y las vidas han dado vueltas, pero la amistad aquí se mantiene inquebrantable, tanto como la memoria del nunca olvidado Agresor. ¿Qué sentido tendría el Hip Hop sin sus códigos de amistad? De partida, no sería Hip Hop.
Yo quiero ser feliz, sin mirar atrás, sin pensar en consumir.
Tú debes ser feliz. Comienza por dejar lo que te quiere destruir.
¿Cómo te explico el origen del caos interior desde donde empieza a hilarse Cara Oscura Solar? Probablemente la respuesta sea más amplia de lo que nos abren estas quince canciones, y tendría que irme hasta la primera infancia de Pedro, pero no soy psicólogo ni pretendo traspasar tanto la confianza que me ha dado este emcee para escuchar e interpretar en estas líneas las impresiones que me deja el disco que publicó a mediados del verano recién pasado. Así, a simple vista, la travesía de Cara Oscura Solar tiene su explosión en la pérdida de su madre. No sé si habrá sido detonante, pero de una u otra manera este hecho significó un hito que delinea un antes y un después en su historia, transición que quiso dejar inmortalizada en esta entrega. Si bien la tonalidad, estética e incluso el título del álbum nos presenta un mundo lóbrego, el mensaje es bastante luminoso y esperanzador. Pedro se rehabilitó de su drogadicción, pero mejor aún, se rehabilitó de la depresión y falta de amor propio que lo tuvo preso de ese síntoma la mayoría de su vida.
La primera parte fue reconocerse y aceptarse. Dogman Solar no tiene nada de qué esconderse ni por lo que sentirse culpable. Sabe lo que ha sido, y lo asume con la satisfacción de hoy por fin saber quién realmente es. Su autodescubrimiento va capitulándose como bitácora en cada una de sus canciones. Su narrativa es muy personal, sin sermones, simplemente desnudándose y cantándole a ese alguien imaginario que todo emcee tiene, pero que en este caso bien podría personificarse en su versión pasada, haciéndolo con respeto, empatía y contención, sin sumar cargas negativas a su despertar. Hoy Pedro entiende que nadie más que él es responsable de las situaciones de su vida, y quiere transitar limpio, cada vez más puro y constructivo, consciente de forma equilibrada entre su yo y su entorno.
Y el proceso ha sido tan sanador como inspirador, por lo mismo decide proponérselo al mundo, pero sin otra aspiración más que brindar una alternativa a raíz de su experiencia. Aportar desde ahí lo que ha sido su propia transmutación hacia el despertar de la conciencia, dejando atrás un pasado, pero despidiéndose de él mirándolo de frente, cerrando de forma definitiva un ciclo, comprendiendo tal vez que aquella muerte que lo marcó hace ya seis meses es también transición y renovación, tomando razón así sobre lo fundamental de mantenerse despierto en lo terrenal, ya sea por él, por su familia de Sexta Mafia, pero principalmente por las hijas que necesitan que su padre sea esa persona que hoy con orgullo es, y ser tan fundamental como lo fue su madre para él.
En el álbum destacan canciones como “Sincero”, “Busca luz”, “Pensamos bien”, “Pureza” y “La muerte sonríe”. Hacia el final va perdiendo intensidad, pues las ideas principales creo que se concentran y dan a entender bien desde el principio, pero comprendo que más allá de idear un álbum estratégicamente impactante, Dogman quiso ir sanando heridas a través de la escritura y para eso no hay fin hasta que se siente que se acaba la misión. Se acompañó de diversa gente para este proyecto, entre ellos Kifat, Alud, Oneser y el difunto Agresor de Sexta Mafia, la española Saraals, Ence, Chystemc, Solohpablo y Calibre Kensee; artistas muy en sintonía con el estado mental del autor. Los scratches van por parte de Vilaz y Mekas, mientras que la mayoría de los ritmos son de Inmortalrulz, con algunos aportes de Nikson, Ence, Cato Mella y Kifat.
Cara Oscura Solar celebró su publicación con un concierto de lanzamiento abierto a todo público realizado el día 27 de enero en el Parque La Cruz Paniahue donde participaron la mayoría de los artistas invitados. Actualmente la obra se encuentra disponible para libre descarga, en streaming por las principales plataformas digitales y una que otra copia en formato físico para los coleccionistas. Un trabajo lindo, lindo de verdad, con mucha sinceridad y crecimiento detrás de sus líneas