Raperos con voz. ¿Y voto? También.

Raperos con voz. ¿Y voto? También.

Mañana hay elecciones presidenciales en Chile, por lo que se ha hecho común por estos días ver (en redes sociales, claro está) la polarización de ideas entre la comunidad Hip Hop de nuestro país, pero con esta parcialidad no me refiero al eterno enfrentamiento de derecha versus izquierda que históricamente ha sectorizado y marcado a los pueblos del mundo, principalmente en nuestra América Latina, sino que al choque de pensamientos entre los que llaman a votar y los que llaman a no hacerlo. Curioso me parece el hecho de que estos últimos en algunos casos se sientan con la capacidad o derecho de poner un pie por encima de los que piensan de un modo distinto al de ellos, llegando incluso a emitir opiniones descalificadoras hacia sus mismos pares, mientras que desde la otra vereda se llama a tener un poco más de prudencia o criterio al momento de hacer estos llamados, pues dentro de todo se entiende que detrás de cada personaje en esta historieta hay seguidores que aún se influencian a ojos vendados de los que le diga el monito mayor, y como se sabe, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Me he mantenido esta última semana leyendo en silencio las distintas verdades que se defienden en cada una de las trincheras virtuales y formándome mis propias conclusiones. Reconozco que más de un argumento leído ha sido francamente decepcionante o poco digno de un movimiento que se hace llamar inteligente. Todos tenemos voz en esto, mas no voto, está claro, pero entendiendo que, en esta era democrática, donde la expresión de ideas al menos sigue estando en libertad, sí se tiene algo para aportar en la discusión para nutrir puntos de vistas, hay que hacerlo. Tengo la ventaja de contar con una plataforma que además de mí sé que hay al menos una persona que leerá este mensaje, así que si eso puede aportar en algo a tus teorías, te invito a leerlas.

Por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).

El 2009 no voté porque era un pendejo con un poco más de veinte años. Sí, de esos como tú, que no han vivido mucho, pero que creen que se las saben todas. Hasta entonces la oferta aún era caca o pichí. Una segunda vuelta que ponía como alternativas a Piñera o Frei, ya que en la en la primera aparecieron nombres tibios como los de MEO o esa izquierda burguesa y añeja que no representa a nadie personificada en Arrate. Me sentía más identificado escuchando “1500 días” de Subverso y Portavoz. Salió Piñera, el primer gobierno de derecha después de veinte años de tener a la nefasta Concertación en La Moneda terminándole el trabajo a Pinochet, mintiéndonos con su falsa transición a la democracia. Obvio, el rival era Frei, probablemente el peor ex presidente desde el retorno a la democracia, inútil ante la detención y juicio de Pinochet en Londres. Eran años donde lo más agitado que hubo fue la revolución de los pingüinos en el 2006. Recién entonces empezó a hablarse tímidamente de cambiar la Constitución que nos dejó el tirano dictador (y que increíblemente aún nadie toca), hasta que tuvo que llegar la derecha al poder. El terremoto del 2010 fue un desastre natural y social. No sé ustedes, pero tengo pésimos recuerdos de la era de Piñera. No había buena onda en el ambiente. Prendías la televisión y veías todo el día las sonrisas cínicas de lacayos como Hinzpeter o Chadwick, y en lo personal sentía asco por la sociedad que me tocó vivir. La gente empezó a manifestarse por sus derechos y la represión fue fuerte. Se potenció el movimiento estudiantil en el 2011 y la lucha de la educación en Chile fue noticia para el mundo, pero pocas cosas cambiaron realmente, aunque creo que socialmente dejamos de ver la política como algo sólo para los ricos y apitutados. Hoy los principales dirigentes de aquel movimiento ocupan puestos en el Congreso, pero entre todos esos no hacen siquiera uno con verdadera credibilidad popular el día de hoy, tal vez Boric más que los demás, pero aun así fue una llegada desde los movimientos sociales y eso también se representó en las elecciones siguientes, el año 2013. Ahí tampoco voté. Viví ese período en Antofagasta, a unos dos mil kilómetros de mi local de votación. Recuerdo estar publicando el álbum de Búfalo Dit en medio de una amarga frustración al confirmarse ese domingo el paso a segunda vuelta de Bachelet y Matthei, mientras que atrás quedaban nombres con propuestas de verdadera representación popular, y no hablo de candidatos específicos, porque si bien hubo populismo en varias de las campañas, ahora éstas ponían en sus programas temas como cambio de la Constitución, educación, sistema de pensiones, salud y medio ambiente. Temas que nos urgen y convocan como sociedad, pero desde que el voto se hizo voluntario la abstención cumplió su rol en dejar que la política y el destino del país sea interés de los que cuidan intereses, no de la sociedad, mucho menos de la juventud. Me sentía frustrado por no votar, pero las cifras alertaban que uno no hacía la diferencia. La alarmante abstención de un 65% ponía el destino de Chile en la protección de interés de una mínima porción de votantes. Así Bachelet salió electa por segunda vez, prometiendo lo que no hizo en un primer mandato. Igual se lograron filtrar varios nombres salientes de los movimientos populares que ganaron cupos en el Congreso y ya los diputados y senadores no era algo ajeno del todo. Reconozco que se han hecho algunas reformas en el último período de Bachelet, sobre todo en esta última patita, pero sigue siendo más de lo mismo y como legado nos queda un proceso constituyente que se eterniza como la pildorita que es.

Nos decimos que como pueblo estamos más despiertos e informados. Exigimos en masa el fin del sistema de AFP, salimos a las calles a aborrecer la violencia de género, así como las injusticias laborales, ambientales y las de nuestros derechos básicos como educación y salud. Chile ha cambiado mucho. La diversidad sexual, la multiculturalidad debido a la llegada masiva de inmigrantes, la conciencia animal o la opción a decidir y alzar la voz. El giro ha sido radical en varios aspectos. Incluso fumar yerba ya no es lo mismo que hace unos años atrás. Nos culturizamos de todo lo que necesitamos saber. Es más común atreverse a ser independiente del sistema si no quieres ser parte de él, o simplemente hacer tus maletas e irte por la puerta ancha a probar suerte en otros destinos. La mentalidad en Chile ha cambiado mucho y distintas fuerzas han empujado a que esos cambios hayan sido necesarios. Las generaciones de hoy tenemos un pensamiento crítico más constructivo que destructivo, pues ya entendimos que quedándonos en la misma postura y hablando desde la misma herida de antaño no nos llevará a nada más que seguir lanzando piedras por otros cuarenta años más. Es por esto que no entiendo la radicalidad con la que muchos se enfrentan a estas nuevas elecciones, donde quizás ningún candidato represente fielmente las convicciones individuales, porque está claro que aquello es técnicamente imposible, pero al menos se ven nuevas fuerzas que convergen en intereses comunes y que los mismos de siempre, los de la política antigua que se ha apernado al poder, no quieren dejar que desarrollemos.

Mañana hay elecciones en nuestro país y si hay algo que tengo cien por ciento claro es quién no queremos de regreso en el poder, sin embargo, nos hemos encargado de hacerle la campaña al fatídico Piñera dándole tribuna como la que estoy dándole ahora. Y a quien nos muestran como el principal rival según los grandes poderes económicos y políticos es Guillier, quien no me parece más que un palo blanco para la campaña de Piñera, como lo fue Matthei con Bachelet y como lo fue Frei con Piñera. En este país se vivieron 17 años de dictadura sin opción a decidir, y estamos a punto de que se re-elija a un gobernante que nos pondría 18 años decidiéndonos por las mismas caras y esquemas. La ventaja es que hoy podemos elegir y no lo hacemos. No quiero hablar de estadísticas, porque eso se los dejo a los politólogos que les gusta impresionar. Quiero hablar desde la mirada de alguien que vive en este país al igual que tú y sabe cómo funcionan las cosas, sabe lo que te frustra y lo que defiendes. Llámalo sentido común, es así de simple.

Compa, usted es rapero, es inteligente, por lo que me extraña el poco giro que tiene su postura rígida de que la política es para una elite. Ya se han visto pequeños cambios en las leyes que se aprueban en el Congreso, que diez años atrás habrían sido impensadas. También en alcaldías que han sacado dinosaurios del mando y la renovación ha traído consigo la confianza popular, como Sharp en Valparaíso… o al menos la capacidad para decidir si la gestión está bien o mal hecha, pero sin indiferencias. El problema está en creer que los candidatos son superheroes que van a cambiar todo en un día. Está claro que no, está claro quiénes son los que tienen todo controlado, quiénes son los que tienen el capital y quiénes son los que tienen la capacidad de manipular este sistema como ha sido por más de cuarenta años, pero al menos en esas papeleteas hay más de uno que en sus programas representan ideas comunes, ideas que necesitan fuerza y masa para comenzar a generar pequeños cambios, pequeñitos, que es por donde se parte creo yo, encontrándonos primero en ideas comunes, ideas que están en desacuerdo con los intereses que han defendido “los mismos de siempre”, y al menos sentir que no seguimos siendo cómplices pasivos para que un 30% decida mientras el otro porcentaje nos quedamos en la ignorancia por otros cuatro años más reclamando o marchando porque nuestra anarquía de red social dice que nada va a cambiar y que el lunes igual hay que ir a trabajar… o que la única vía es “la desobediencia” con conceptos revolucionarios fuera de época e incluso de cartón, porque ese discurso violento que se defiende no te da ni para decirle “paco corrupto” de frente y sin compañía a un paco corrupto que ha robado dinero y abusado del poder a su libre albedrío como lo ha hecho hasta ahora, pero la diferencia es que hoy sí salen a la luz estos casos y manejamos esta información. Y sí, obvio que al lunes siguiente de las elecciones hay que ir a trabajar si es que decidiste que ése es tu modelo de vida. Una elección no es un juego de azar que te hará millonario, pero sin mover la raja un día cada cuatro años difícilmente cambiaremos que las condiciones laborales y de vida en este país sean de las más violentas del continente, porque nadie hace cambios reales, todos reclaman en la virtualidad de la red y terminan obedeciendo a lo mismo. A la juventud en Chile la gobierna el alcohol, la cocaína o el futbol. A nuestros padres la televisión basura y el sensacionalismo de los titulares ¿Te has revolucionado ante eso? ¿No? Te ganaron entonces, po’ compadre. Siga su senda, trabaje para obtener el último modelo de celular y esforzarse por darle a sus hijos lo que usted no tuvo. Trabaje para que vaya a colegios donde lo preparen para ser obrero y no tenga pensamiento crítico, porque usted seguirá trabajando cada lunes, llegando a casa demasiado cansado para intervenir en la formación de una nueva generación, ansiando el viernes para ser libre y jalarse y tomarse todo lo que le alcance la plata del fin de mes, así como lo lleva haciendo todos estos últimos años.

Yo iré mañana a votar y no me siento estúpido por creer en eso, porque sé que es lo que no quiero para el país donde crecerá mi hija, que es conformismo y mediocridad, independiente de quién salga, al menos habré dicho que no me quedé en la pasividad. Mi primera y única experiencia como votante fue las pasadas primarias y el candidato que más cercano estaba de identificarme no será parte de las elecciones de mañana, pero las ideas comunes siguen siendo las mismas que mantengo con la mayoría de los que vivimos en este país, sean chilenos o extranjeros, independiente del color político o la forma de hacerlo, porque antes que eso tengo claro qué y quién no me representa, o cuál es el país que no quiero… y yo no quiero un país donde la educación, salud y pensiones sigan siendo negocio y privilegio de unos pocos, donde los inmigrantes sean mano de obra barata y un estigma social cuando conviene ponerlos de ese modo, donde nos ponen en guerra entre vecinos de un mismo barrio bombardeándonos con la palabra delincuencia en la prensa, mientras los de siempre siguen ejerciendo la delincuencia de forma impune, y los centros infantiles son verdaderas cárceles donde mueren niños que bien podrían recibir afecto y cobijo de una pareja homosexual dispuesta a criar si se les permitiera. Mañana no sólo se vota por un futuro presidente que con seguridad no hará grandes cambios de un día para otro, pero también hay diputados y distintos representantes zonales. Anda y dales la oportunidad a los que representan más las ideas que te forman valóricamente como individuo. No estés indiferente, porque que sigan existiendo los mismos ocupando esos cargos y cobrando esos sueldos no es porque se elijan solos, es porque saben que la mayoría no elige, sólo practica esa cómoda irreverencia.

Y está bien si no estás de acuerdo o no crees en esa forma como vía de cambio. Respeto esa convicción y no sabes cuánto, de hecho, te felicito, porque al menos hoy se puede tener convicción propia, pero deja también que la gente haga lo que crea que es mejor para ellos sin sentirte moralmente superior. ¿Acaso persigues al rapero que se infla en coca porque estás en desacuerdo con eso? Y si la violencia organizada es tu forma, de verdad espero saber del día en que mates al presidente que no te representa y así creer que aquella choreza no es sólo robarse un queso en el supermercado. Creo que eso sería un gran ejemplo al mundo, pero como por ahora no es así, aportamos al debate y construyamos conjuntamente, que harta inteligencia le hemos restado al bonito movimiento que nos une a ti y a mí. Al menos ésta es mi postura al respecto de las elecciones de mañana. Y sí, te invito a votar una vez más, por cualquiera, pero no por los mismos. Por último, por quien crea en políticas de despenalización del autocultivo de marihuana, que harto cara que está la mota y alto es el riesgo de cultivarla para beneficio nuestro y de nuestros amigos. Así al menos andamos más relajados y seremos todos “como” amigos.

Finalmente, comparto con ustedes este extracto de Benedetti publicado hace unos días por mi padre Leonardo Gutiérrez Infante, un tipo políticamente político que me ha inspirado en creer que aún se pueden hacer cambios, sólo que la política hasta ahora ha dormido a quienes tenemos la misión de hacer esos grandes cambios. Gracias por inspirarme, viejo.

¿Qué les da por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco?
¿solo graffiti? ¿rock? ¿escepticismo?
También les queda no decir amen
No dejar que les maten el amor
Recuperar el habla y la utopía
Ser jóvenes sin prisa y con memoria
Situarse en una historia que es la suya
No convertirse en viejos prematuros

¿Qué les queda a los jóvenes en un mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
Les queda respirar, abrir los ojos
descubrir las raices del horror
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
¿Que les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
También les queda discutir con dios
Tanto si existe o no existe
Tender manos que ayudan
Abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno
Sobre todo les queda hacer futuro
A pesar de los ruines del pasado
Y los sabios granujas del presente.

MARIO BENEDETTI (en “Memoria y Esperanza”)

 

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