#LaCeldaDeBobEnUruguay: Sobre Chili, el quinto elemento del Hip Hop.

#LaCeldaDeBobEnUruguay: Sobre Chili, el quinto elemento del Hip Hop.

Por estos días se cumple un año desde la primera vez que llegué a Montevideo. Había venido interesado por los Premios Al Hip Hop que desde el año 2013 convoca anualmente El Quinto Elemento, la principal plataforma independiente dedicada a promover la cultura Hip Hop en Uruguay, la cual es dirigida por Fernando “Chili” Richieri. Fue por estos días del año 2015 cuando llegué hasta el mítico living de su casa (“el Quinto”) para sacar de lo virtual aquella buena relación que surgió entre dos medios de principios similares, y así comprobar en persona este loco proyecto del que Chili venía hace algunos años comentándome. ¿Y qué puedo decir? Fue una de las experiencias que más me han marcado en la vida. Vine a conocer los Premios y terminé quedándome por el Hip Hop, lo que no habría sido posible sin la acogida, hospitalidad y disposición del buen Chili, que de conocido pasó a ser un hermano, un hermano mayor que me abrió las puertas de su casa y de la cultura que representa. Un año después estoy de regreso en el sofá del Quinto, reviviendo esas sabrosas sobremesas del desayuno y convirtiéndome en espectador en primera fila de su histeria y stress en los días previos a celebrarse la cuarta versión de los Premios Al Hip Hop, el resultado de un año de trabajo, sudor y sacrificios, muchos sacrificios.
 Texto y fotografías por Darío Gutiérrez O. (a.k.a. Güissario Patiño).

 It’s happening again.

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Fernando Richieri cumple 39 a fines de enero próximo. Pertenece a las primeras generaciones de hip hopers en Uruguay. Si bien existen diferentes versiones sobre la data de origen adjudicada a distintos hitos o protagonistas, se entiende que oficialmente son entre veinte y veinticinco los años que lleva instalada la cultura Hip Hop en este país. Gran parte de esta historia se exhibe en las paredes de su hogar, ya sea en flyers, recortes de diarios o desteñidos afiches que aún aguantarían un par de mudanzas.
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A Fernando lo conocí poco después de que regresara a su natal Uruguay tras haberla vivido seis años en España. Volvió a Sudamérica con ideas nuevas. Llegué hasta él cuando empezó a llamar la atención en el continente con sus podcasts de El Quinto Elemento, donde desde fines del 2010 hace una mirada profunda no sólo al ignorado acontecer uruguayo, sino que a cada rincón de la escena hispanoparlante. Sin importar del país del que provengan, graffiteros, emcees, deejays, breakers o productores, todos los destacados del panorama tenían su espacio mediante una entrevista o recomendación en El Quinto, siendo así uno de los espacios más íntegros dedicados al análisis y promoción de la cultura Hip Hop por estos lados del mundo, pero, claro, con la falencias propias de tener a una sola persona a cargo de toda esa responsabilidad. La tarea de potenciar la difusión de una escena como la uruguaya es tan admirable como difícil, pero de alguna u otra manera Chili se las ha ingeniado para situarla a la misma altura que otras más masivas, haciendo uso de su alto conocimiento y sentido crítico del Hip Hop, no siendo cualquier pelagato que sólo quiere meternos la música de su país, al contrario, nos la presenta y ofrece con sabio criterio. Fuera de los podcasts publicados (que ya suman setenta y ocho), en su portal www.elquintoelemento.uy desfilan los títulos de más de un centenar de producciones yoruguas en medio de otros dedicados artículos de interés. Quien ahí se sumerja, sin quererlo terminará poco a poco armando el compacto rompecabezas del Hip Hop uruguayo, conociendo los nombres de sus exponentes, las relaciones entre éstos y la forma en que la comunidad va ocupando y ganando sus espacios. Yo tuve otra suerte, la de llegar hasta su casa e ir interiorizándome de la movida local gracias a nuestras conversaciones. Cual sheriff Harry S. Truman introduciendo al agente Dale Cooper a los pintorescos personajes del pueblito de Twin Peaks, Chili me compartió, entre otras cosas, los detalles de la escena montevideana y algunas referencias destacables en las otras ciudades del paisito. Fue un puente imparcial que me habló de todo, sin darle preferencia a sus gustos o relaciones interpersonales. Tampoco tuvo recelo de mis ganas de ir por ahí recogiendo las historias que más me atrajeron para elaborar mi serie de artículos sobre #LaCeldaDeBobEnUruguay. Nada de eso, él se mostraba feliz de que el Hip Hop uruguayo por fin pueda también ser mirado con ojos que no sean los de él. Así se convirtió en el primer lector y juez de mis entradas, las que con nerviosismo y pudor le compartía antes de publicarlas. Veía ese ceño fruncido de viejo gruñón repasando cada detalle de la lectura, acariciándose la barba o rascándose la nuca, hasta que finalmente me daba el visto bueno no sin antes advertirme de un par de datos para corregir. Viejo zorro.
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Llevar una plataforma como El Quinto Elemento es un país como Uruguay es verdaderamente algo “salado”. Aquí es un país chico. La población de Montevideo es de un millón y medio de habitantes, lo que en comparación a Santiago equivale a las comunas de Maipú, La Florida y Puente Alto juntas. En consecuencia, la comunidad Hip Hop es pequeña también, pero sólida, muy sólida, sólo que al ser pocos todavía se entrampan en anécdotas o pensamientos pueblerinos que los hacen parecer todavía en sus primeros días. Es una escena que crece todos los años, pero aún se cuida de que su crecimiento no tope o se roce con el del que está al lado. Condición difícil si se comparte un espacio tan pequeño. Todavía predominan factores como el ortodoxo pensamiento de una orgullosa vieja escuela, los debates sobre lo que es y no es underground, cuál es el Hip Hop real y cuál no lo es… shó qué sé, cosas por el estilo que confirman que en algunos sectores aún existen exponentes más preocupados de lo que hace el resto más que de la consecuencia propia. Chili, más allá de estos arrebatos locales, batalla con la obsesión de congregar y difundir una única escena de Hip Hop y clasificarla como uruguaya, así mostrarla al mundo para ponerla en el mapa. Todo hecho muy artesanalmente y en la medida de sus posibilidades, intentado abarcar en detalle la mayoría de los productivos movimientos que Uruguay comparte, desde su casa y con sus medios, los cuales no son muchos, pues vive un estilo de vida que reniega de pequeños lujos y comodidades. Chili es un auténtico hustla. No me pregunten cómo, pero todos los meses reúne la guita para pagarse el espacio donde vivir, saldar sus cuentas y comer, condiciones básicas para dedicar sus días a la mantención o alimentación de El Quinto Elemento, además de preparar a lo largo del año sus Premios Al Hip Hop, proyectos a tiempo completo que no le dejan un peso a favor, todo lo contrario, le hace buscar todavía más medios para cubrir lo fundamental, sin embargo –y sin ser necesario decirlo—, Chili lo único que demuestra en su actuar es que sus obstinaciones se han convertido en su más abnegada dedicación, la razón de sus días y los dos hijos que adelante debe sacar.
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La casa del Quinto está recargada de Hip Hop e historias. Su living es parada obligatoria de cada rapero que pasa por Uruguay. Por el mismo sofá han pasado referentes como Raquel Cepeda (Bling: A Planet Rock), Violadores Del Verso, Toteking, Shotta, Foex, Dj Dacel, Henry Chalfant (Style Wars), Rapsusklei, Mary-Ann Viera (Digable Planets), o Inquérito, entre un sinfín de sugerentes nombres, cada quien con su anécdota. Difícil es que cualquiera se vaya de aquí con una mala o nula impresión. Chili es buen anfitrión, de conversación fácil, pero siempre contundentes. Viviendo en España estudió gastronomía y te lo demuestra con cualquiera de los platos rápidos que te prepara. Con un par de ingredientes te arma tremendo festín. Tal vez nunca tomó las facultades en la cocina como opción de vida, pero sí como forma de buena vida o simplemente ser el cabecera de una buena mesa. Es un antisistema en su esencia y no en su discurso. En su mesa se parte y comparte el pan que él mismo hornea, mientras te discute temas de urgencia, como política, sociedad y Hip Hop. Es un apasionado intelectual y activista de la cultura, y para mí es un lujo contar con su amistad. Hace un año me recibió para mi visita a los Premios y con la misma calidez fui invitado a pasar navidad y año nuevo con las familias de Inés –su novia— y de él, respectivamente. Completé un mes viviendo en su casa. De no decidir irme, probablemente me habría aguantado otro tiempo más. En aquella ocasión paré en Montevideo en medio de un plan por recorrer el continente en busca de Hip Hop, pero con Chili entendí que todavía queda mucho por hacer en la propia casa, así que terminé devolviéndome y hasta hoy asumo que fue la mejor decisión. Ahora estoy de regreso gracias a su invitación y la cooperación de muchos de los amigos que me hice viviendo aquí. Vine en familia para presentarles a mi otra familia. ¿El motivo? Desde luego estar presente una vez más en los Premios Al Hip Hop. Más ahora que ya sé quiénes son y qué es lo que ha pasado en el año.
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Todos queremos nuestro Premio:

Uf, veamos. A fines del 2015, con la locura y el caos propio de las últimas horas antes de la tercera versión de los Premios Al Hip Hop, ya empezaban a aterrizarse las ideas para la preparación de su cuarta entrega. Lo digo sólo para entender el grado de obsesión que significa para Chili este certamen. Y digamos que en la ejecución tiene sentido toda ese desgaste físico y mental. El evento lleva al Hip Hop local a un primer nivel, en una buena sala, con el más detallista despliegue de producción que me haya tocado ver. Los Premios Al Hip Hop de Uruguay es el resumen con los trabajos más destacados dentro de un período de doce meses, los que desde luego se cierran mucho antes de la puesta en marcha de su promoción. Ahí entran desde el mejor vídeo clip hasta el mejor graffiti, se destacan nombres de emcees, grupos, discos, mixtapes, o crews de graffiteros o b-boys. Un total de doce categorías donde caben las propuestas con el criterio acorde para ser reconocidas o destacadas dentro de un circuito. Más o menos de eso es de lo que va, y la premiación se acompaña con el show y la parrilla menos pensada del año. Es el día en que el Hip Hop vuelve a ser uno solo y se reencuentra en un único lugar para reconocerse y felicitarse colectivamente, todo en una gran fiesta donde el simple hecho de contemplar la unidad de sus protagonistas acaba por ser el mejor espectáculo. El que no está nominado, está presentando y entregándole el premio a sus colegas, y los que no están ni en lo uno ni en lo otro, probablemente es porque son parte de los shows de la jornada. Y así van alternándose los roles con los años. De alguna manera u otra manera todos tienen su participación en los Premios, incluso los que lo critican por no ser parte de ellos: #TodosSomosHipHop.
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Chili por estos días anda en la locura de los últimos preparativos y estresándose por las ideas que ya se le ocurren para la versión subsiguiente de los Premios. Maldiciones en voz alta, vueltas de un lado a otro, echar humo allí, teléfono allá, responder correos por aquí, salir, volver, maldecir otra vez, recoger afiches, preparar engrudo, comer, salir a pegar afiches, reuniones, editar credenciales, imprimir, cortar, entregar,
maldecir nuevamente, discutir con el computador, arreglarlo, maldecir con más ganas… y así. Yo me río imaginándomelo ser un cascarrabias personaje interpretado por Guillermo Francella. Pese a todas esas sufridas anécdotas que le van sucediendo, mantiene el humor. Admiro por sobre todo esa capacidad. Con todo en contra y agotando hasta los últimos recursos de la autosuficiencia, está a punto de cumplir una cuarta edición de sus Premios Al Hip Hop, con el nivel que quiso tener y por el que trabajó todo el año. ¿Para qué? Porque lo quiere y lo necesita. Sabrá el tiempo si algún día el Hip Hop lo reconoce a él, pero por ahora le basta con seguir siendo otro obrero más en la faena de continuar con la construcción de la historia del Hip Hop en Uruguay, convirtiéndose en el especialista de lo que sólo él se atrevió hacer.

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