Hablamos en marzo sobre los preparativos del nuevo disco de Cevladé, La Casa De Astaire, objetivo co-realizado en esta ocasión junto a los jazzmastas Ladenegro4… ¿lo recuerdas? Pues “me vale madre”, porque lo que hoy nos convoca, estimado lector, es que hace ya algunos días fue lanzado digitalmente el (por lo bajo) vigésimo título del rapero, escritor y productor, cobijado esta vez por la incipiente firma NawalRage y distribuido en una primera etapa en plataformas más contingentes de descarga, como lo son iTunes, Spotify, Amazon y la local Portaldisc. A las pocas horas de su salida, ya se posicionaba orgulloso en el cuarto lugar del “Top 200” de iTunes en Chile, reconocimiento no menor sabiendo de antemano las escasas incursiones o experiencias de raperos nacionales en este tipo de formatos. Esto, sin mencionar que no ha sido poca la demanda en la reserva del álbum en formato físico, el cual tiene como fecha tentativa de distribución el próximo 02 de agosto. No se le hizo difícil la reconquista de su público aún con un trabajo que poca semejanza tiene con un anterior y no mejor calificado Requiem For A Drink, y en lo que respecta a promoción, se advierte que esto es sólo el comienzo.
Recibí del autor semanas antes su nuevo retoño recién parido, con el simple recado de “si te nace escribir algo, hazlo”, Y la verdad es que sí, me nace, incluso escribiendo esta introducción se me sueltan un pocos los dedos en hablar más dilatadamente sobre estos catorce laberintos, pero por otra parte, reconozco que se me ha hecho un poco más inflexible la empresa de las últimas publicaciones dedicadas al profe Wladi. No diría que somos los amigos más cercanos, pero mantenemos una buena comunicación cada cierto tiempo, cuando por circunstancias de la vida se ha hecho necesario, entonces me ha tocado ser testigo de algunos de sus procesos creativos y también receptor de nuevas ideas. Creo que eso le da otro compromiso a la redacción, sin embargo, un buen compañero de ideas de Laceldadebob no tiene ninguna pinche excusa para soltar lo que le nazca. Hablo del mexicano John Colt, cabecilla de la gran Border Magazine, gaceta que nada de cuestionable tiene, salvo no salvarse del predecible apellido Magazine. Cevladé, reconocedor también de la productiva labor de John, me pidió que le hiciera llegar su nuevo material, a lo que nuestro amigo respondió amablemente con unas muy buenas líneas para ser inscritas en forma excepcional en los muros de esta celda. Señores, una vez más tenemos de invitado en este blog al señor John Himself, y qué mejor que hablando de otro que también ya es como de la casa. Ándale.
La desolación del minotauro.
Al experimentar la vida, se revela la existencia de un huésped alojado en el corazón encogido. Es un dolor iluminado por la luz de las emociones. Se trata de la soledad, que, según los entendidos, son el recuerdo, la añoranza del amor, y la certeza de la muerte; todo al mismo tiempo. Es la que despierta las voces que están en lo más hondo de uno y luego se queda acompañada del diálogo, descubre sensaciones que uno mismo no sabía que tuviese, y cuando lo hace, se ejerce un exorcismo catártico que se apersona de sí mismo, como es el caso de Cevladé, un referente del rap chileno, el cual, después de dos años, da un nuevo capítulo: la condena del aislamiento y el confinamiento mental.
Introducción por Darío Gutiérrez O. (a.k.a Güissario Patiño).
Desarrollo por John Himself. (@Cool2ture / @Border_magazine).
Bastó una breve pausa después de Requiem For A Drink para retomar la lucha íntima entre aspectos que son bien conocidos por el ser humano: la reclusión y la incomunicación por voluntad. Si bien, su entrega anterior se condujo a través de la recurrencia del pensamiento suicida acerca del dolor complaciente y creyente, su nuevo plato, La Casa De Astaire, se podría prescribir como la precuela a ese displacer. Cevladé es reconocido por explotar al máximo los recursos literarios, pero también alegóricos. Se podría decir que es uno de las exponentes que mejor aprovecha este estilo de escritura, y que durante su trayectoria ha adquirido una progresión consecuente. Esto a la par supone un reto, pues cada álbum que haga se enfrenta a la enorme tarea de hacer una obra coherente, sin perforaciones argumentales, y, por supuesto, entonarla de acuerdo a la composición musical, lo cual sorprende, porque en poco tiempo, es uno de los raperos con una constancia de álbumes que no han pisado freno a la maquinaria creativa.
La Casa De Astaire es un trabajo nuevamente personalista (que, como bien sabemos, esto responde a que Cevladé se suma a esa casta de juglares/poetas herméticos, de una consistencia oscura, tan ásperos por la forma en que expresan sus emociones), al que se le ubica entre tres aspectos (ello, yo y superyó) dignos de un interesante análisis psicológico. Esta repartición está distribuida en aspectos tan cotidianos como tan irrelevantes parecen, pero que dicen mucho de quiénes somos interiormente, es decir, nuestra verdadera forma.
La casa (el laberinto), ya sea bajo una u otras circunstancias, todos requerimos de un hogar en donde asentarnos. Esto obedece a que como humanos tenemos una necesidad de desarrollar una identidad dentro un territorio, un lugar que al mismo tiempo cubra otra necesidad: la del refugio, que igualmente es instintiva, sin embargo, es bien sabido que estas guaridas cumplen la intención del exilio. En el álbum la presencia del exilio es latente, esto se aprovecha como la condición del pensamiento subjetivo y espacial. En ese sentido, se habita en ambos. El laberinto, la casa, son una versión desnuda del corazón en donde se esconde la neurosis. Cevladé aprovecha esto como un segundo personaje para determinar la decisión existencial en la que se enclaustra. Las memorias, pasiones y temores son el cautiverio, y decide estos actos sin escapatoria como una claustrofobia cotidiana que se vive en el espacio externo e interno del ser.
Si algo cuenta esta historia, es la angustia que se manifiesta en un ente atormentado por una representación visible. Una figura que cumple con dos analogías: un icono y una criatura abómbale. El primero cumple con una función más sencilla, hasta más estética que el segundo, pues estructura el calibre entre los deseos profundos y las normas que una realidad simula ante los demás. Así, dentro de sus palabras, va desvaneciendo el verdadero peso que tiene que soportar su contraparte interna. Por su parte, el Minotauro es más complejo, pues es la bestia internada en una fortaleza que aprisiona el instinto animal y la consciencia. En los mitos de Creta la imagen del Minotauro y del laberinto encarna otra forma de representar lo humano y su vinculación con lo no humano, pero todo lo diferente e indiferente asusta e incómoda al hombre, es por eso que el Minotauro asusta, porque su naturaleza bastarda no se le conoce y esa razón basta para apartarlo entre largos pasillos que lo enloquecen, que sirven como una metáfora del horror al verse ensimismado por el espacio y cómo se deja conquistar por el dolor, la soledad, por la enfermedad o por el tedio. Bajo esta dirección se establece un guion dinámico en el álbum, entre quien habita y los catorce laberintos. Astrológicamente el número siete cumple un ciclo vibratorio. Antes de pasar a una vibración mayor se debe pasar por siete fases. El sacrificio de siete varones y siete hembras representan las siete virtudes capitales. En este sentido, La Casa De Astaire, nombre referente al cuento de Borges, “La Casa de Asterión“, de los cuales fragmentos son interpretados por el monstruo, se trata de la liberación, de la redención, de buscar una salida del laberinto.
El espectro musical está orquestado nuevamente casi en su mayoría por Cevladé, quien junto a Ladenegro abran un sonido orgánico, entintado en jazz y espolvoreado con un ápice de soul, gracias a los instrumentos de Daniel Miranda, Felipe González, Cristóbal Massis, Franz Mesko y DJ Matz, más otros músicos para nada despreciables, como Leo Quinteros o Bronze Nazareth, al que le suma un juego sencillo con elementos como el volumen o las pausas en la interpretación. La música logra emparejarse con la atmósfera color gris de la portada del álbum, la que nos adentra en una reverberación que nos arroja a un reflexivo vacío. El ejemplo más claro de esto es “El destierro”, uno de los temas más sobresalientes por esa tonalidad suave. Claro que el álbum algunas veces se siente un tanto hueco en su sonoridad, pero no es nada grave si consideramos que poco a poco se está abriendo a un nuevo estilismo que tiene un gran potencial a desarrollarse.
Hermann Kern decía que en el laberinto uno se pierde y se encuentra, que cuando se encuentra al Minotauro, entonces se encuentra a uno mismo. Pues bien, en La Casa De Astaire se interna sin ningún miedo a ese contenedor patológico que se protege de un exterior que revelaría el cautiverio al que nos auto sometemos, a ése al que nos entregamos sin luchar para emerger de él, para suspender la pesadilla y acallar el suplicio, aunque eventualmente regresaremos, siempre lo hacemos.
CEVLADE + LADENEGRO4 – LA CASA DE ASTAIRE
(LP 2014, NAWAL RAGE)