doce años más o menos, según un cálculo aproximado de la época en que partí de
la ciudad en la que actualmente estoy viviendo. Quería descubrir las picadas
del lugar donde estoy parado ahora, pues me fui siendo un niño y en el 2012 ya no
me interesa tanto ir a jugar Smack Down
a los vídeos como antes, sino que conocer los bares que la llevan y cómo es el
ambiente social para entrar en contexto, así que nos fuimos a un boliche
céntrico por unas cuantas birras. La cosa es que a ella también le gusta el rap
y para familiarizarme le pregunté cómo está el movimiento por estos lados. Me
dijo: “Acá somos súper sureños. Nos
mantenemos escuchando el rap de Temuco, Valdivia, Puerto Montt y todas las
ciudades de los alrededores, casi como regla sagrada”. Ahí se acordó que al
día siguiente había una tocata en la que tocaban sus amigos y me invitó para
que vaya a cachar la onda. Partimos horas después con la mejor caña rumbo a
Paillaco, que era la ciudad donde se realizaría el Festival El Sur Despierta, y que en distancia de dónde estábamos
calculo que puede ser equivalente a un viaje desde Huechuraba hasta San
Bernardo. Una vez llegados a nuestro destino comprobé de inmediato a lo que se
refería.
por Güissario Patiño.
Honestamente no tenía planeado escribir sobre la tocata del
pasado sábado 24 de noviembre, ya que fui nada más que como espectador, pero recién
me puse a revisar algunas fotos y a recordar el ambiente de esa tarde, el cual
debo decir que me sorprendió gratamente, y por ende la retribución de dedicarle
estas líneas es mera voluntad. Partiendo por anécdotas como el auxiliar del bus
en el qué viajé, quien al verme la pinta me preguntó si iba a la tocata, me comentó
sobre un par de grupos locales que estarían y se paleteó cobrándome escolar…
buena onda de rapero. Sin embargo, no podría dirigir este texto como un resumen
detallado de los grupos que se presentaron y su orden, la mayoría de los
nombres no los retuve porque tampoco los conocía, además no es esa mi idea,
sino que describir un poco el cómo se vive de real la atmosfera rapera desde
este lado de Chile y, por qué no, comparar el perfil humilde y hermanable entre
los colegas raperos de las diferentes ciudades, que va más allá de la pose para
la foto de página social que tan artificial veía impuesto en la escena
santiaguina de los tres o cuatro últimos años.
El Festival El Sur
Despierta era un hecho que se anunció con mucha antelación, generando gran
expectación en la zona por lo variado y participativo de su repertorio. El
evento incorporaba en su parrilla a grupos provenientes de localidades como:
Temuco, Loncoche, Valdivia, Río Bueno, La Unión, Rio Negro y Reumen, entre
otras. Inclusive, en primera instancia estaba confirmada la actuación del
puentealtino Gran Rah, quien no se presentó al parecer
por una descoordinación con la gente de la organización. Pese a las distancias,
que van más allá de hacer un par de combinaciones en el metro, me llamó mucho
la atención que la mayoría de los raperos se conocían y mantenían entre ellos una
relación medianamente amistosa. Hablamos de distancias considerables, de una
región a otra, y cada quien con la capacidad de acercarse al otro piño a
saludar a alguien que quizás conoció en una tocata de hace un año atrás, quién
sabe dónde. La concurrencia tampoco fue muy alta que digamos, creo que la
reunión convocó mayoritariamente a los mismos emcees invitados y estos con su
respectiva gente acompañante, lo cual creo que habla de una escena que si bien
es diminuta, está compuesta de personajes que realmente dedican una
participación activa a la cultura, lo cual no deja de ser interesante. Había
talento y no poco, como también habían grupos de fundamentos indefinidos que no
tenían claro para dónde iba la micro, pero lo importante es que había talento,
y sobre todo en la escritura. A veces no era necesario tomar atención al show
completo de un grupo, pero sí se podían identificar elementos rescatables dentro
de sus formaciones y con mucha proyección, que esperemos que así sea con la
perseverancia, lo cual imagino difícil no habiendo una exigencia tan cotidiana
y constante.
El plato fuerte eran sin lugar a dudas los temuquenses de Delanueve, íconos del prototipo de rap sureño. Vi llegar desde
temprano a sus integrantes y permanecer atentos al desarrollo de la tocata,
paseándose entre la misma gente y compartiendo de buena gana. El directo de
ellos debo decir que marcó una diferencia notoria, el peso de la escuela se
hizo sentir. En lo personal quedé con una gran satisfacción de volver a verlos
en sus territorios haciendo su show como corresponde, ya que en Santiago nunca
pude ver esa respuesta del público a hacia su propuesta.
¿Cuántos años serán que no veía break dance en un encuentro
de Hip Hop? Me di cuenta que nunca noté en qué minuto dejaron de existir los
encuentros de Hip Hop en Santiago antes de convertirse todo en fiestas
nocturnas de rap. Pues vi break dance, vi escuelas ensayando, vi niños aprendiendo…
vi finalmente una exhibición con todo eso. De hecho, fue donde más rato me
quedé pegado, ya que lamentablemente lo vi como algo tan lejano que no podía
dejar de contemplarlo. Retomé contacto entonces con una real escena, con ganas
de Hip Hop, con gente decidida de antemano a quedarse la noche entera en
Paillaco alargando la fiesta sin volver a sus ciudades. Yo me fui, pero a una
hora en que no habían buses de regreso. Me apiñé con unos cabros que había
visto tocar y que recordaba que venían de la misma ciudad que yo, así que
caminé con ellos conversando, compartiendo historias y algunos sorbos, buscando
llegar a la carretera para ver qué hacíamos. Ni un color los cabros, es más, me
fui en la volá de la conversa y me terminé quedando en una ciudad que no era ni
Paillaco ni la mía.
el Hip Hop chileno, porque indiscutiblemente es algo que todos hemos querido,
desde siempre, y es grato sentirse partícipe de toda esta construcción; pero a
nivel de escena mis últimas impresiones de Santiago era ver demasiada foto,
demasiado camarín, demasiado ego chocando entre pasillos, demasiada
conveniencia. No sé, el hecho de abrir el facebook
una mañana cualquiera y ver tanta mala onda destructiva, envidia por algunos
lados, arrogancia por otra, o también esa pseudo-unidad de plástico que es
sonrisa para la foto y pelambre por la espalda. Haber visto raperos que tocan
en un mismo local y que mantengan las distancias sólo porque viven en otras comunas
o porque rapeen temáticas distintas, mientras que acá descubrí un escenario
completamente contrastante a ese tan viciado, indiferente e independiente de lo
que ocurre en la capital, constructor de su propia escuela y escena, y que hizo
darme cuenta de que mi desencanto no era con el Hip Hop precisamente, sino en
la forma en que éste ha sido contaminado. No todos cabemos en el mismo saco, la
contaminación viene de una minoría, pero con un alcance destructivo alarmante…
porque al fin y al cabo llega el momento de pensar ¿qué es lo que estamos legando? Pues por mí, que
las nuevas generaciones se formen con la reflexión que nos dejan iniciativas
como el Festival El Sur Despierta, en
vez de venerar una imagen de una cuenta con 50.000 seguidores en facebook o en twitter, o un video con un millón de reproducciones en youtube; para que de una buena vez
desaparezca el ego y la competencia y así que el Hip Hop vuelva despertar.